Cada mes organizo una cena en casa con mis bebotes putitos. Es una reunión especial dónde trato que se conozcan todos los pendejos que me estoy cojiendo regularmente. La gente siempre cambia y cada reunión es diferente.
Suelo invitar al menos a tres pendejotes. Esta vez le tocó el turno a Fran, una nena hermosa y virgen, bien afeminada, Gus, trolo sin cuartel con un orto de pendeja devora chotas y a Marian, el novio de mi hijo, alto macho...
La premisa es permanecer desnudos y sin tocarnos todo lo que podamos aguantar, al menos hasta cenar...
Es muy excitante ver esos cuerpazos jóvenes y lampiños excitados. Pendejos muertos por la pija, mirándonse, excitándose. Todos tienen algo en común y es que están loquitos por mi nabo descomunal. Compiten entre ellos por calentarme, son como mujercitas celosas, tratando de llamar la atención.
Tomamos un aperitivo de pie en mi living, con las vergas empalmadas, fumamos y reímos...
Cada tanto nos tocábamos apenas la espalda, imperceptibelmente, al pasar, rozándonos... como algo normal entre seres humanos, ellos me ayudaban a preparar la cena... Me encantaba acercarme por detrás de alguno y preguntarle si necesitaba algo apoyándole la cabeza de la chota húmeda y morada en el centro del orto. Ellos como si nada, me hablaban disimulando y abriendo sus piernas juguetonamente.
La calentura iba subiendo a lo largo de la cena, provocándonos un hermoso dolor de huevos...
Mientras comíamos, alternadamente hacía que un putito se sentara encima de mi pija y lo trataba como un bebote, me encantaba comer mientras con una mano le apretaba los huevos, o le rozaba la punta empapada de la verga con mi mano, suavemente.
Así, iban pasando uno a uno, hacía y deshacía a mi antojo... pasado un rato, ordenaba que alguno me lamiera los pies, con mucha baba, mientras otro me dijera sus máximos secretos susurrados al oído. Necesitaba sentir que mis bolas se iban llenando de leche espesa al punto de explotar. Quería excitarme lentamente, durante toda la noche, y quería que esos pendejos putitos recordaran esa noche para siempre...
(continuará...bah si comentan, continuará)
Suelo invitar al menos a tres pendejotes. Esta vez le tocó el turno a Fran, una nena hermosa y virgen, bien afeminada, Gus, trolo sin cuartel con un orto de pendeja devora chotas y a Marian, el novio de mi hijo, alto macho...
La premisa es permanecer desnudos y sin tocarnos todo lo que podamos aguantar, al menos hasta cenar...
Es muy excitante ver esos cuerpazos jóvenes y lampiños excitados. Pendejos muertos por la pija, mirándonse, excitándose. Todos tienen algo en común y es que están loquitos por mi nabo descomunal. Compiten entre ellos por calentarme, son como mujercitas celosas, tratando de llamar la atención.
Tomamos un aperitivo de pie en mi living, con las vergas empalmadas, fumamos y reímos...
Cada tanto nos tocábamos apenas la espalda, imperceptibelmente, al pasar, rozándonos... como algo normal entre seres humanos, ellos me ayudaban a preparar la cena... Me encantaba acercarme por detrás de alguno y preguntarle si necesitaba algo apoyándole la cabeza de la chota húmeda y morada en el centro del orto. Ellos como si nada, me hablaban disimulando y abriendo sus piernas juguetonamente.
La calentura iba subiendo a lo largo de la cena, provocándonos un hermoso dolor de huevos...
Mientras comíamos, alternadamente hacía que un putito se sentara encima de mi pija y lo trataba como un bebote, me encantaba comer mientras con una mano le apretaba los huevos, o le rozaba la punta empapada de la verga con mi mano, suavemente.
Así, iban pasando uno a uno, hacía y deshacía a mi antojo... pasado un rato, ordenaba que alguno me lamiera los pies, con mucha baba, mientras otro me dijera sus máximos secretos susurrados al oído. Necesitaba sentir que mis bolas se iban llenando de leche espesa al punto de explotar. Quería excitarme lentamente, durante toda la noche, y quería que esos pendejos putitos recordaran esa noche para siempre...
(continuará...bah si comentan, continuará)
16 comentarios - Reunión de putitos (Episodio 1)