Me dijiste:
- Vení, sentate, te quiero hacer una pregunta: ¿Qué querés que sea para vos?
Te miré, ví en tus ojos una mezcla de ternura, seducción, picardía y sobre todo excitación.
- No es fácil contestarte, tal vez lo que deseo es que seas diferente cada día.
Cambiaste de expresión, creo que no esperabas esta respuesta, en tu frente se dibujaron unas líneas, tus cejas se levantaron un poco y entornaste los párpados. Tus labios se apretaron para luego regalarme una sonrisa hermosa que tanto amo.
- No te entiendo.
Conté hasta diez, tanto como para pensar detalladamente mi respuesta, como para poder seguir admirando tus labios, ahora separados y dejando ver, apenas, tus dientes.
- Dejame explicarte:
El lunes quiero que seas mi amo y yo tu esclavo. Tengo ganas de ser el objeto de tu deseo, tu juguete, el mancebo de tu placer y estar obligado a complacerte de la forma en la que quieras.
Que me tomes a tu antojo, tus deseos serán mi ley. Darte gusto, existir solamente para vos y por vos. Sentirme realmente de tu propiedad, jugar a perder mi identidad porque vos sos mi dueño.
El martes quiero que seas mi amante secreto. Llamarte a cualquier hora, sólo para escuchar tu voz. Pasarte a buscar por cualquier esquina, lejos de miradas indiscretas, llevarte a un bar pequeño semi en penumbras. Decirte cuánto te necesito, cuánto te quiero.
Tener una tarde de sexo furtivo y agotador. Luego devolverte a la misma esquina y olvidarme de vos por unos días.
Dejarte en claro que no quiero compromiso, que lo nuestro es sólo esto que tenemos, hacerte un regalo caro, darte un beso y despedirme.
El miércoles quiero levantarte por la calle como dos desconocidos.
Venís caminado de frente a mí. Nuestras miradas se cruzan y sin quererlo una sonrisa, casi una mueca nace en tu boca. Desvías la vista, te sigo mirando. Te parás a ver cualquier cosa en cualquier vidriera, cuando paso a tu lado veo que me estás mirando por el reflejo del vidrio.
Me pongo a tu lado, te pido fuego, viejo y gastado truco de levante. El roce de tu mano, tus finos dedos.
Después de presentarnos ¿Hacemos algo? Veo cómo te sonrojás y eso me excita. Me sorprendo a mí mismo, nunca lo hice antes, te digo. Es que te ví y me flechaste. ¿Tomamos algo? O mejor ¿Venís a mi casa?
Todos los jueves celebraremos algo. Mi cumpleaños o el tuyo, aniversario, año nuevo, carnaval o fiesta patria. Nos agasajaremos mutuamente. Una fiesta para los cuerpos, para los sentidos.
El viernes será nuestra reconciliación después de una discusión. Por supuesto no habrá discusión alguna, solamente reconciliarnos. Los viernes quiero probar tus lágrimas, quiero que me beses mucho y quiero sentirme afortunado de tenerte.
El sábado quiero que me ignores. Tan simple como eso.
Quiero perseguirte, insinuarme, exhibirme y que no me des bola. Quiero que me mires con las cejas levantadas y me digas ¿Qué te pasa?
Arrinconarte en cualquier lado, tocarte y pellizcarte, hacerte saber de todas las formas posibles que te deseo y que me calentás enormemente.
Los domingos no.
Me mirás con asombro. Te mordés el labio inferior y me pedís que siga contando.
Los domingos quiero que seas vos. Mi amante y compañero, dueño de mis sueños y de mi vigilia.
Mi primer visión todas las mañanas, mi primer contacto cotidiano con la vida.
Vos, simplemente vos, con tus virtudes y defectos, con tu rabia, con tu dulzura.
Sólo vos.
- Vení, sentate, te quiero hacer una pregunta: ¿Qué querés que sea para vos?
Te miré, ví en tus ojos una mezcla de ternura, seducción, picardía y sobre todo excitación.
- No es fácil contestarte, tal vez lo que deseo es que seas diferente cada día.
Cambiaste de expresión, creo que no esperabas esta respuesta, en tu frente se dibujaron unas líneas, tus cejas se levantaron un poco y entornaste los párpados. Tus labios se apretaron para luego regalarme una sonrisa hermosa que tanto amo.
- No te entiendo.
Conté hasta diez, tanto como para pensar detalladamente mi respuesta, como para poder seguir admirando tus labios, ahora separados y dejando ver, apenas, tus dientes.
- Dejame explicarte:
El lunes quiero que seas mi amo y yo tu esclavo. Tengo ganas de ser el objeto de tu deseo, tu juguete, el mancebo de tu placer y estar obligado a complacerte de la forma en la que quieras.
Que me tomes a tu antojo, tus deseos serán mi ley. Darte gusto, existir solamente para vos y por vos. Sentirme realmente de tu propiedad, jugar a perder mi identidad porque vos sos mi dueño.
El martes quiero que seas mi amante secreto. Llamarte a cualquier hora, sólo para escuchar tu voz. Pasarte a buscar por cualquier esquina, lejos de miradas indiscretas, llevarte a un bar pequeño semi en penumbras. Decirte cuánto te necesito, cuánto te quiero.
Tener una tarde de sexo furtivo y agotador. Luego devolverte a la misma esquina y olvidarme de vos por unos días.
Dejarte en claro que no quiero compromiso, que lo nuestro es sólo esto que tenemos, hacerte un regalo caro, darte un beso y despedirme.
El miércoles quiero levantarte por la calle como dos desconocidos.
Venís caminado de frente a mí. Nuestras miradas se cruzan y sin quererlo una sonrisa, casi una mueca nace en tu boca. Desvías la vista, te sigo mirando. Te parás a ver cualquier cosa en cualquier vidriera, cuando paso a tu lado veo que me estás mirando por el reflejo del vidrio.
Me pongo a tu lado, te pido fuego, viejo y gastado truco de levante. El roce de tu mano, tus finos dedos.
Después de presentarnos ¿Hacemos algo? Veo cómo te sonrojás y eso me excita. Me sorprendo a mí mismo, nunca lo hice antes, te digo. Es que te ví y me flechaste. ¿Tomamos algo? O mejor ¿Venís a mi casa?
Todos los jueves celebraremos algo. Mi cumpleaños o el tuyo, aniversario, año nuevo, carnaval o fiesta patria. Nos agasajaremos mutuamente. Una fiesta para los cuerpos, para los sentidos.
El viernes será nuestra reconciliación después de una discusión. Por supuesto no habrá discusión alguna, solamente reconciliarnos. Los viernes quiero probar tus lágrimas, quiero que me beses mucho y quiero sentirme afortunado de tenerte.
El sábado quiero que me ignores. Tan simple como eso.
Quiero perseguirte, insinuarme, exhibirme y que no me des bola. Quiero que me mires con las cejas levantadas y me digas ¿Qué te pasa?
Arrinconarte en cualquier lado, tocarte y pellizcarte, hacerte saber de todas las formas posibles que te deseo y que me calentás enormemente.
Los domingos no.
Me mirás con asombro. Te mordés el labio inferior y me pedís que siga contando.
Los domingos quiero que seas vos. Mi amante y compañero, dueño de mis sueños y de mi vigilia.
Mi primer visión todas las mañanas, mi primer contacto cotidiano con la vida.
Vos, simplemente vos, con tus virtudes y defectos, con tu rabia, con tu dulzura.
Sólo vos.
15 comentarios - Me dijiste + Semi relato
no sé si se puede...
Gracias por su Arte al expresarse Ud mismo!
Mas tarde le dejo sus puntos, se lo merece @loboestepario_00!
Gracias Lucio, sobre todo por el comentario.........un halago suyo de ese estilo significa mucho para mí........
me encanto