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El pendejo, parte 4 (historia gay, todos + de 18)

Bueno, después de tanto tiempo logré producir algo. Más que "Cuatro" es lo que le falta al capítulo anterior que lo dejé colgado. Estuve trancado mil años con cómo resolver eso (lo que pasó en el tres no era exactamente la idea original) y bueno esto es lo que quedó. En la próxima parte empezamos a encaminar un poco la historia por donde tenía pensado, y veremos, capaz se pone un poco más picante, qué se yo. Los chicos verán lo que hacen o dejan de hacer, y si les quieren contar, je.

Parte uno acá: http://www.poringa.net/posts/gay/2143631/El-pendejo_-parte-1-_historia-gay_-todos-_-de-18_.html

Parte dos acá: http://www.poringa.net/posts/gay/2145441/El-pendejo_-parte-2-_historia-gay_-todos-_-de-18_.html

Parte tres acá: http://www.poringa.net/posts/gay/2149031/El-pendejo-parte-3-historia-gay-todos-de-18.html

Como siempre, la historia es ficticia, los personajes son inventados, cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia, todos los involucrados son mayores de 18 años, etcétera.




Cuatro


La mañana del sábado encontró a Franco durmiendo casi en el borde de la cama de Marcos, quien roncaba bajito a su lado, boca arriba y con los brazos y piernas estirados, ocupando tres cuartas partes de la cama. Un rayo de sol entraba por una rendija entre las cortinas, acercándose más y más a su cara a medida que pasaba el tiempo.

A eso de las diez y media, el rayo cayó directamente sobre los ojos cerrados de Franco, despertándolo. Por un momento, mientras se fregaba los ojos, no supo dónde estaba; un segundo después, algo en su mente hizo un clic y recordó todo, que estaba en la casa de Marcos, que la noche anterior se había puesto rompehuevos como siempre, que se le había caído encima y después...

Franco, sos un reverendo pelotudo... Intentó salir de la cama lo más cuidadosamente posible cosa de que Marcos no se despertara, pero no lo logró. Ni bien puso un pie en el suelo, Marcos tosió, se estiró un poco más y abrió un ojo solo.

–Hola... –saludó con voz soñolienta–. ¿A dónde vas?

–Ehhhh... –Franco no supo qué decir.

–No te levantes todavía che... es sábado, es temprano.

Marcos estiró un brazo y tiró de él, con poca fuerza. Franco lo miró un segundo, pero enseguida bajó la vista, evitándolo.

–¿Estás bien? –le preguntó el otro, ahora abriendo los dos ojos.

Franco suspiró, mirando para otro lado. Marcos parpadeó y se incorporó un poco en la cama.

–Franco, mirame.

–No...

–Loco, ¿qué te pasa?

Hubo un largo silencio. Marcos intentó agarrarle el brazo de nuevo pero Franco se sacudió, alejándose.

–Franco, no seas boludo che. Vení acá.

–No...

Marcos se incorporó del todo y lo agarró. Franco se resistió un poco, pero luego simplemente se acurrucó y quedó ahí.

–¿Vos estás bien? –dijo después de un rato.

–Claro, boludo… no voy a negarte que me gustó lo que hicimos… –contestó Marcos, con una risita tímida que era de lo más rara en él.

–¿En serio? –Franco lo miró a la cara por primera vez.

–Sí… me gustó, claro. Era obvio, ¿no? Y a vos también te gustó, aunque fui medio bruto…

Esta vez fue el turno de Franco de soltar una risita y ruborizarse.

–No fuiste tan torpe, y me gustó, sí… mucho…

Un instante de silencio se interpuso mientras se miraban, ambos con cara de vergüenza, mientras en sus mentes se reproducía a velocidad vertiginosa lo que habían hecho la noche anterior.

–Marcos… –dijo Franco rompiendo el silencio–. ¿Puedo preguntarte algo?

–Ya lo hiciste, pero dale.

–Idiota. Emmm… ¿fue tu primera vez?

Marcos se rió, mostrando sus colmillos ligeramente prominentes... lo que hizo a Franco frotarse un punto del cuello donde le estaba saliendo un moretón.

–Sí y no.

–¿Cómo?

–Bueno, lo que hicimos… no.

–¿Pero algo sí?

Marcos se rió de nuevo y se puso algo colorado debajo de la poca barba que le salía pero que dejaba crecer.

–Sí. Pero muy de pendejo… la típica, un “a ver quién la tiene más grande” que terminó en una paja cruzada… dos o tres veces…

–¿Y con quién fue?

–Fue antes de que nos hiciéramos amigos, no sé si lo conocerás… el chabón se mudó hace pila. Germán… uno rubio que fue compañero mío varias veces cuando éramos chicos. Era el típico “mataputos” pero como tantos, cuando nadie los ve...

Si conoceré de esos, pensó Franco y su mente volvió brevemente a aquella noche en la pileta.

–Mmmm… ¿uno de ojos azules, saltones, que siempre caminaba como tirando los hombros para atrás?

Marcos se rió otra vez y asintió con la cabeza.

–Mirá vos… yo lo tengo en Face a ese, ahora es bailarín, está en una revista. Es re nena.

–Naa, no te creo, ¿estás seguro?

–Sí, me tiraba onda hace un tiempo, pero no me gusta... mirá, te muestro para que veas con tus propios ojos.
Franco se estiró, logró agarrar su jean –que había quedado tirado en el piso al lado de la cama– y extraer el celular. Por un segundo puteó mentalmente a Marcos por haber tirado su jean al suelo con el celular dentro, pero por suerte no le había pasado nada.

–Si no me borró todavía lo tengo en Face, tengo que borrar gente al pedo urgente pero nunca me dan las bolas... –dijo mientras buscaba–. Acá, primero mirá dónde labura y después mirá las fotos... y caete de espaldas como Condorito.

–¡Paaaaa...! –exclamó Marcos pocos segundos después–. ¿Esa no es la obra de Pachano?

–Exacto. Te dije –comentó

–Naaa muy fuerte... y las fotos viste lo que son? Vos te acordás de cómo era este pibe cuando éramos pendejos?
En eso el celular emitió ese particular sonido del chat de Face, ese que a Franco siempre le recordaba cierto momento de una de las películas de Shrek.

Pack.

–Te llegó un mensaje –dijo Marcos.

–A ver dame –contestó Franco agarrando el celular.

Andrés Vera En q andas

Chino. Franco siempre se había preguntado cómo le daba la cara para tenerlo de amigo en Face. El Face de Chino estaba lleno de minas con pinta de turras y compañeros del kickboxing, además de por supuesto incluir a su novia, una mina bastante atractiva pero rutinariamente sujeta a los estragos perpetrados por un peluquero de dudoso talento. En ese grupo, él sobresalía como un pulgar hinchado, pero a él no parecía importarle, en fuerte contraste con lo tapado que era. De hecho varias veces lo había borrado, pero Chino lo volvía a agregar de inmediato; luego de esos incidentes por un par de días parecía otro, hablándole y demás, para luego volver a su temperamento usual.

–¿Quién es ese? –preguntó Marcos, mirando la pantalla.

–Nadie, un pibe ahí, es medio nabo. Es de los que tengo que borrar.

Pack.

Andrés Vera ...

Franco bloqueó el celular sin contestar y lo dejó arriba de la mesa de luz de Marcos, contra quien volvió a acurrucarse. Marcos no era, ni sería nunca su novio ni el de nadie, por lo menos por unos años, y lo sabía bien. Tampoco era algo que deseara; lo quería mucho, pero no se veía de novio con él; no creía poder soportar su babosería para con las minas. Pero igual sabía que si necesitaba un abrazo, Marcos siempre iba a estar, y desde la noche anterior lo sentía más cercano. Pensó que tal vez era el momento de contarle lo de Chino, que podía finalmente compartir aquello con alguien.

–Marcos.

–¿Qué?

Franco dudó. Es demasiado para un solo día, y es algo tan... tan... no, mejor no.

–Nada, nada.


(Próximamente, parte cinco, con un chico nuevo... 😉 )

2 comentarios - El pendejo, parte 4 (historia gay, todos + de 18)

Sr_PINTORESCO3ro
me dejo al palo, muy buena historia 😃
pasate por mi post si queres que recien acabo de empezar 😁
leontre
Me leí los 4 de corrido, re bien escritos!
Felicitaciones!