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Mi nuevo morbo – Parte 3 (relato gay)

Nos quedamos dormidos así abrazados. No sé cuánto duró la siestita, lo que sé es que me desperté antes que él, con mi mano izquierda sobre su verga dormida. Estaba hermosa así en reposo, parecía una morcilla. No pude evitar la tentación, se la amasé unos segundos y bajé a mamarla. No quería perderme el placer de sentirla crecer y ponerse dura dentro de mi boca. Él se despertó con mi mamada y todo empezó una vez más. Volvimos a coger apasionadamente, pero voy a obviar este segundo polvo, no porque no haya sido increíble, sino porque quiero avanzar en esta historia en la que descubrí una nueva fuente de placer y calentura.

Nuestro primer encuentro fue un sábado de mediados de febrero desde la siesta hasta el atardecer. Esa noche era el cumpleaños de un amigo y nos juntábamos a comer temprano en un restaurant, así que ni bien se fue Roberto me metí en la ducha. Cuando me estaba por vestir, al abrir el cajón para sacar un bóxer, vi una sunga que me llamaba. Me calentó la idea de usarla en vez del bóxer esa noche. Y así lo hice, me vestí y salí. Estuve como ausente toda la noche en el restaurant y después en el bar al que fuimos. En mi cabeza no pasaba otra cosa más que recordar cada instante que estuve con Roberto. Cada vez que iba al baño me metía la sunga un poco en la raja del orto. Varias veces agarré el celular con la intención de mandarle un mensaje para vernos de nuevo esa noche. Pero me contuve y no lo hice. Al día siguiente llegaba a quedarse en casa por unas semanas mi hermana que no vive en Buenos Aires y no veía hace casi un año, así que estuve todo el domingo paseando y poniéndome al día con ella.

Pensé que con el correr de los días se me pasaría ese estado de calentura permanente e insaciable en el que quedé, pero no. A la mañana al despertar y a la noche antes de dormir me pajeaba con la sunga puesta, recordando ese tarde de sábado. En realidad vivo en estado de calentura, lo que me resultaba raro es que la calentura se había fijado en una persona y en un objeto. El miércoles me pareció que había pasado un tiempo prudencial y me decidí a escribirle para vernos esa noche si es que él tenía lugar. Pero me ganó de mano, escribió él primero. Arreglamos para vernos a las 11 en su casa. Como a las 9 de la noche mientras comía con mi hermana, me mandó un mensaje preguntándome si me animaría a usar una tanga que él tenía para prestarme. No sé porqué la palabra tanga hasta ese momento me remitía exclusivamente a las tangas de mina. Si hay algo que me deserotiza por completo es la ropa interior de mina. Le dije que no era que no me animara, sino que no me calienta para nada, es más, me la baja, el tema de usar lencería femenina. Se cagó de risa y me contestó “no boludo, son tangas de hombre. Están muy buenas vas a ver. Yo te la muestro, te la probás, y si te gusta adelante”.

A las 11 estuve en su casa. Toqué el timbre, me abrió desde arriba y subí. Me estaba esperando en bóxers y me recibió con un hermoso beso. Charlamos un rato de esto y de aquello, tomamos algo, y en un momento fue hasta el placard y volvió con algo en la mano diciéndome “mirá lo que tengo para vos, a ver si te gusta”. Y me dio un diminuto pedazo de tela blanca con unos elásticos. Ahí caí, lo que él llamaba tanga yo llamaba taparrabos, y sí los conocía por supuesto, pero nunca se me había ocurrido usarlos. Le dije “Voy al baño a probármela. Si me siento cómodo no hay problema”. Entré al baño, cerré la puerta, me desvestí por completo y me puse la tanga. Al sentir esa tirita de tela bien metida en mi raja se me paró la verga inmediatamente. Definitivamente esto es para mí, pensé. Me volví a vestir y la sensación del pantalón rozándome las nalgas me calentó más.

Salí del baño y mirándome con cara de desilusión me dijo “No te gustó?”. Lo abracé con un brazo, con el otro llevé una de sus manos a mi orto, lo empecé a besar y le dije “ya vas a ver si me gustó o no”. Empezó a amasarme el orto por encima del pantalón pero enseguida metió mano. Al sentir la tanga me dijo “uhh bebé, qué bueno!”. Y la estiró de forma tal que se me metió más en la raja y apretó mis huevos y mi verga. Así estuvimos franeleando un rato hasta que me bajó el pantalón y me dio vuelta para mirarme. “Sabía que te iba a quedar pintada, ese orto está hecho para usar tanga”. Me apoyó la verga que todavía estaba dentro del bóxer pero se sentía enorme y dura sobre mi raja. Y me empezó a amasar los pezones mientras me comía la boca. Al rato me di vuelta y le empecé a morder los pezones. Eso lo puso loco. Bajé despacito recorriendo con mi lengua y mis dientes todo su pecho y su panza hasta que llegué a la verga. Le bajé el bóxer y me la tragué de una. Estaba muy caliente y no me importó la flor de arcada que me dio. Empecé a mamársela metiéndola y sacándola entera de mi boca y garganta con desesperación. Él se reclinó sobre mi espalda y mientras yo tragaba verga bajó con sus manos hasta llegar a la tanga. La agarró y empezó a tirarla hacia arriba, generándome una sensación hermosa que me ponía a mil.

Después de un rato subí recorriendo nuevamente su cuerpo con mi boca y nos besamos. No dejaba de amasarme el orto hasta que me levantó y me llevó a la cama. Él se tiró boca arriba y yo quedé sobre él. Mientras nos comíamos la boca desaforadamente yo movía el orto hacia abajo y hacia arriba frotando su verga contra mi raja. Después de un rato me hizo bajar a comerle la pija y me agarró de las piernas haciéndome girar hasta quedar en 69. Empezó a morderme los cachetes hacia adentro, con los dientes me corrió el hilo de la tanga y me lengüeteó el ojete como si él fuera un oso hormiguero. Yo seguía comiendo verga como desquiciado. De repente sentí un dedo entrando junto con la lengua, y después otro dedo más. Me masajeaba por dentro con los dedos sin parar de lengüetear. Yo estaba que explotaba de placer y se lo agradecía intensificando la mamada al ritmo de sus dedos en mi ojete.

“Vení, dame un beso que te quiero comer esa boca hermosa”. Mientras me besaba seguía jugando con el hilo de la tanga y con mi ojete. “Date vuelta que me voy a poner un forro y te voy a dar verga”. Me acosté boca abajo y levanté el culo, zambullendo mi cabeza entre las almohadas. Esta vez no fue despacito y suave. Corrió el hilo de la tanga con una mano y de un vergazo me clavó hasta el fondo. Pegué un grito, lo re cagué a puteadas, pero mi orto estaba súper dilatado y lubricado por el juego anterior y pasado el shock del vergazo inicial empecé a gemir y retorcerme de placer. Se tiró encima de mí y empezó a bombear. Me hizo poner en cuatro y me bombeaba más fuerte. Con una mano empecé a tocarme la verga que ya se salía del taparrabos porque no entraba. Y seguí con esa mano hacia atrás para sentir con el tacto la culeada. Cómo me puso tocar su verga entrando y saliendo, tocar sus huevos y juguetear con el hilo de la tanga. La culeada alcanzó una intensidad increíble. Sus bolas se contrajeron y su escroto se puso duro. Le toqueteaba los huevos que parecían una pelota de tenis. Y dándome vergazos tan profundos como si quisiera meter incluso los huevos acabó y yo con él.

Volví a casa con una sonrisa, sin prestar atención al camino, como en piloto automático. Y pensando en llegar, prender la compu y averiguar dónde comprar tangas.

Fin de la tercera parte. Ya viene la cuarta.

7 comentarios - Mi nuevo morbo – Parte 3 (relato gay)

dani90bosterita +1
me calienta demasiaadoo tu relato!
jpcel
Gracias, qué bueno, es la idea...
soycasiangel
muy bueno, cada parte te deja con la intriga. Te dejo 1 puntin!
machitobi
Muy buenas!!!! leí las tres de una y me encantaron...Muy calientes!!!!
Mrebcap
muy buenos.... y la cuarta?
EnTrampa2
Muy linda historia, van puntos¿Pasaste por mis relatos?