Esa visión me calentó tanto que embestí a Marian hasta los huevos, dándole maza como un desesperado y haciendo que el puto ensartara más aún a mi hijo.
Era hermoso poder estar conectados los tres por nuestras barras de carne calientes y jugosas, nos agitábamos al mismo ritmo, culeándolos a destajo, sentía que mi pija pasaba por Marian y penetraba en Gus...
-Ahhh, ahhhhg, ahhhh- gemía Marian desesperada- dame Papu, dame pija!!!.
-Tomá bebote, tomá verga hasta el fondo, putita hermosa- le susurré agitado.
-Soy tu putita, y me cojo a tu hijo, hijo de puta- me susurró mientras me pasaba la lengua por la boca.
-Me calentás hijo de puta!- algo estaba naciendo entre nosotros.
-Dale puta!- grité disimulando- hacéle bien esa colita a tu novio!!
Mientras se la saqué a Marian y me puse en frente de la boquita carnosa de Gus, le introduje el nabo y me acerqué a la lengua de Marian para comerla mirándolo a los ojos. Era una puta profesional, con ojos verdes de gata y la piel bronceada, parecía brasilero.
La sensación de estar sometiendo a mi nena por sus dos agujeros, y yo besando a su novia y apretándole los huevos me enloquecía. No iba a aguantar mucho más, sólo quedaba decidirme en dónde volcar mi leche abundante y caliente.
La lengua de Marian era deliciosa, carnosa, y me encantaba ensalivar al pendejo hasta el fondo, le estaba culeando la boca con mi lengua. El puto no paraba de serruchar la cola de mi nena, parecía un macho cogiendo.
Mientras tanto, Gus había aprendido a mascar verga de una manera increíble, dejaba la boca floja y húmeda, chorreando, provocando que mi carne se hinchara a más no poder.
Empecé a bombear con más fuerza su mandíbula, atragantándolo de pija y él sin rechistar, como una putita obediente.
Desesperado, les ordené que se sentaran en cuclillas, con las pijas juntas, y al ver esos dos vergones fibrosos y apunto de reventar, eyaculé a borbotones en sus caras mamonas de putitos hambrientos mientras se pajeaban con fuerza y acababan en mis pies a la vez. Era indescriptible la sensación, de verlos besarse y uno al otro limpiarse la carita a base de lenguetazos.
Al acabar de tragarse mi leche, les ordené que me dejaran los pies relucientes, así que como dos gatas en celo se inclinaron y empezaron a lamer, todo, todo....
(Continuará)
Era hermoso poder estar conectados los tres por nuestras barras de carne calientes y jugosas, nos agitábamos al mismo ritmo, culeándolos a destajo, sentía que mi pija pasaba por Marian y penetraba en Gus...
-Ahhh, ahhhhg, ahhhh- gemía Marian desesperada- dame Papu, dame pija!!!.
-Tomá bebote, tomá verga hasta el fondo, putita hermosa- le susurré agitado.
-Soy tu putita, y me cojo a tu hijo, hijo de puta- me susurró mientras me pasaba la lengua por la boca.
-Me calentás hijo de puta!- algo estaba naciendo entre nosotros.
-Dale puta!- grité disimulando- hacéle bien esa colita a tu novio!!
Mientras se la saqué a Marian y me puse en frente de la boquita carnosa de Gus, le introduje el nabo y me acerqué a la lengua de Marian para comerla mirándolo a los ojos. Era una puta profesional, con ojos verdes de gata y la piel bronceada, parecía brasilero.
La sensación de estar sometiendo a mi nena por sus dos agujeros, y yo besando a su novia y apretándole los huevos me enloquecía. No iba a aguantar mucho más, sólo quedaba decidirme en dónde volcar mi leche abundante y caliente.
La lengua de Marian era deliciosa, carnosa, y me encantaba ensalivar al pendejo hasta el fondo, le estaba culeando la boca con mi lengua. El puto no paraba de serruchar la cola de mi nena, parecía un macho cogiendo.
Mientras tanto, Gus había aprendido a mascar verga de una manera increíble, dejaba la boca floja y húmeda, chorreando, provocando que mi carne se hinchara a más no poder.
Empecé a bombear con más fuerza su mandíbula, atragantándolo de pija y él sin rechistar, como una putita obediente.
Desesperado, les ordené que se sentaran en cuclillas, con las pijas juntas, y al ver esos dos vergones fibrosos y apunto de reventar, eyaculé a borbotones en sus caras mamonas de putitos hambrientos mientras se pajeaban con fuerza y acababan en mis pies a la vez. Era indescriptible la sensación, de verlos besarse y uno al otro limpiarse la carita a base de lenguetazos.
Al acabar de tragarse mi leche, les ordené que me dejaran los pies relucientes, así que como dos gatas en celo se inclinaron y empezaron a lamer, todo, todo....
(Continuará)
3 comentarios - Creo que mi Hijo es Puto (Episodio 10)
muy bueno.