-Muy bien putito mío, chupala bien, devorala... no olvides que tu madre me la mamado muchas veces y muy bien, llevas en los genes la virtud de mamar verga....al decir esto le introduje el dedo en su anillo, hasta el fondo. Chilló pero el sonido quedó ahogado por mi pene que lo tenía metido hasta la garganta.
-Vení, sentate en mi boca, que te quiero chupar ese ojete de nena que tenés....- ni lo dudó un solo instante, apoyó sus nalgas en mi boca húmeda y con la lengua empecé a babearle el orto, mientras mi nena seguía mascando chota de su papu...
Era alucinante la colita de mi nene, me hacía acordar a su mamita cuando era joven y le chupaba bien el ojete cada noche...
-Seguí chupando a tu Papu, putito mío- le decía mientras le escupía el orto y con el dedo pulgar le empezaba a dilatar el anillo de cuero. El bebote se contorsionaba pero no dejaba de saborear carne fibrosa y humectada de su Papu, chillaba sonidos ahogados en baba mientras su pija se había puesto dura y venosa como una morcilla blanca. Tanto, tanto que se me ocurrió probarla ya que nunca había saboreado una verga, me dije... -éste será un inicio para los dos- y empecé a lamerle las pelotas hinchadas y llenas de leche, eran como dos pelotas de tenis y tenían un olor suave de putito, como si estuvieran perfumadas. Me las introduje de a una procurando babearlas todo lo que pude, escupiendolas y que la baba volviera a mi boca. Era hermosa esa escena de amor entre un padre y un hijo. Los dos conectados por la chota dura y húmeda, atragantados de placer. Me metí el pedazo de carne hasta que me produjo arcadas, con la nariz le daba en el orto que seguía dilatando mientras olía su culito como un perro. El putito se refrejaba en mi nariz como una doncella con su concha abierta, se creía mujer el hijo de puta.
Ahí fue cuando me volví loco y lo agarré de los pelos:
-Vení putito mío, te voy a romper el orto, antes que nadie, así sabés cómo es y estás preparado para todas las veces que te lo van a romper en la vida.
Lo puse en cuatro patas y con fuerza se la metí de una estocada hasta el fondo ahogando el grito de puta que pegó con mis manos. Le dí maza sin parar como 10 minutos, reventandole la cola a pijazos, mientras sus lágrimas de placer caían en mis manos y se las metía en la boca, mientras le escupía la frente haciendo que la baba se deslizara por su cara enrojecida y ardiente.
Su pija estaba como un palo y empecé a pajearla fuerte mientras le seguía bombeando verga en su orto abierto y húmedo, hasta llenarlo de leche abundante y espesa, muchísima leche...hacía mucho que no acababa así y en el mismo momento el empezó a escupir leche de su pija virgen, con tanta potencia que embadurnó el espejo que estaba en el cabecero de la cama.... mientras seguía con mi nabo dentro, le obligué a que limpiara el espejo con su lengua sedienta, bebiéndose su propio néctar dulce. Al terminar y dejar el espejo reluciente, lo besé ardientemente y compartimos el semen tibio y espeso. Fue hermoso y así quedamos unidos para siempre....
-Vení, sentate en mi boca, que te quiero chupar ese ojete de nena que tenés....- ni lo dudó un solo instante, apoyó sus nalgas en mi boca húmeda y con la lengua empecé a babearle el orto, mientras mi nena seguía mascando chota de su papu...
Era alucinante la colita de mi nene, me hacía acordar a su mamita cuando era joven y le chupaba bien el ojete cada noche...
-Seguí chupando a tu Papu, putito mío- le decía mientras le escupía el orto y con el dedo pulgar le empezaba a dilatar el anillo de cuero. El bebote se contorsionaba pero no dejaba de saborear carne fibrosa y humectada de su Papu, chillaba sonidos ahogados en baba mientras su pija se había puesto dura y venosa como una morcilla blanca. Tanto, tanto que se me ocurrió probarla ya que nunca había saboreado una verga, me dije... -éste será un inicio para los dos- y empecé a lamerle las pelotas hinchadas y llenas de leche, eran como dos pelotas de tenis y tenían un olor suave de putito, como si estuvieran perfumadas. Me las introduje de a una procurando babearlas todo lo que pude, escupiendolas y que la baba volviera a mi boca. Era hermosa esa escena de amor entre un padre y un hijo. Los dos conectados por la chota dura y húmeda, atragantados de placer. Me metí el pedazo de carne hasta que me produjo arcadas, con la nariz le daba en el orto que seguía dilatando mientras olía su culito como un perro. El putito se refrejaba en mi nariz como una doncella con su concha abierta, se creía mujer el hijo de puta.
Ahí fue cuando me volví loco y lo agarré de los pelos:
-Vení putito mío, te voy a romper el orto, antes que nadie, así sabés cómo es y estás preparado para todas las veces que te lo van a romper en la vida.
Lo puse en cuatro patas y con fuerza se la metí de una estocada hasta el fondo ahogando el grito de puta que pegó con mis manos. Le dí maza sin parar como 10 minutos, reventandole la cola a pijazos, mientras sus lágrimas de placer caían en mis manos y se las metía en la boca, mientras le escupía la frente haciendo que la baba se deslizara por su cara enrojecida y ardiente.
Su pija estaba como un palo y empecé a pajearla fuerte mientras le seguía bombeando verga en su orto abierto y húmedo, hasta llenarlo de leche abundante y espesa, muchísima leche...hacía mucho que no acababa así y en el mismo momento el empezó a escupir leche de su pija virgen, con tanta potencia que embadurnó el espejo que estaba en el cabecero de la cama.... mientras seguía con mi nabo dentro, le obligué a que limpiara el espejo con su lengua sedienta, bebiéndose su propio néctar dulce. Al terminar y dejar el espejo reluciente, lo besé ardientemente y compartimos el semen tibio y espeso. Fue hermoso y así quedamos unidos para siempre....
Comentarios Destacados
11 comentarios - Creo que mi Hijo es Puto (Episodio 2)
me lei los dos de un tirón, buenísimo !!!
muy buena historia y muy bien contada 🙌