Los viernes doy clases en un centro cultural que está lejos de mi estudio. Al terminar pregunto siempre si algún alumno viene para el mismo lado, así los acerco. Desde hace cuatro o cinco clases, se prende mi alumno Tomás. un morochón alto y algo gordito con una cara de bueno que debería vender estampitas.
Ayer, lo noté raro, como apagado, durante la clase. Así es que, cuando veníamos en el auto, le pregunté qué le pasaba y me contó que lo había abandonado la novia. Lo invité a tomar unso mates en mi estudio y accedió.
Mientras preparaba el mate, noté que miraba con demasiado interés un libro de fotos de un autor que se especializa en desnudos masculinos. Pude ver que se tensionaba al contemplar los miembros descomunales y los cuerpos fornidos. se masajeaba la verga por debajo de la mesa.
Me senté a su lado y comencé a hablarle de las fotos. Vi claramente debajo de sus vaqueros una erección.
Sin decirle nada, le apoyé la mano en el muslo, firmemente. Me miró algo desconcertado, pero no se movió.
"Tranquilo, le dije, no pasa nada". Y le puse la mano en la entrepierna.
Puse su silla de frente, me arrodillé en el piso y lentamente le desabroché los pantalones, le metí la mano y me sorprendí. Cuando se los bajé junto al calzoncillo, emergió una terrible verga de unos 25 x 6, en un hermoso estado de alerta, que terminaba en una cabeza gorda, redonda, gloriosa.
Se la chupé de todas las maneras que conozco, le chupé los huevos mientras lo pajeaba. Me acabó en la boca mientras me la enterraba con fuerza, casi me ahogo.
para mi alegría y sorpresa, no se le bajó y, al minuto, mientras se la limpiaba con la lengua. Me tomó por los brazos, me hizo parar y me giró y me bajó la ropa. me inclinó hacia adelante y me empezó a lamer el orto, con buena técnica.
Se incorporó, y me la mandó despacio, pero convencido.
Me bombeó unos cinco minutos, pero tan intensos que sentí que se me aflojaban las piernas. Semente verga entraba y salía dándome tanto placer que lamenté que me llenara el culo tan rápido. Me la dejó adentro un par de minutos más.
Lo senté en su silla, y se la puse en la boca. No sabía chuparla, pero le gustaba. Le cojí la boca hasta acabarle.
Me senté, cebé el mate, que compartimos en silencio.
"¿Te sentís mejor?".
"¡Perfecto!".
Ayer, lo noté raro, como apagado, durante la clase. Así es que, cuando veníamos en el auto, le pregunté qué le pasaba y me contó que lo había abandonado la novia. Lo invité a tomar unso mates en mi estudio y accedió.
Mientras preparaba el mate, noté que miraba con demasiado interés un libro de fotos de un autor que se especializa en desnudos masculinos. Pude ver que se tensionaba al contemplar los miembros descomunales y los cuerpos fornidos. se masajeaba la verga por debajo de la mesa.
Me senté a su lado y comencé a hablarle de las fotos. Vi claramente debajo de sus vaqueros una erección.
Sin decirle nada, le apoyé la mano en el muslo, firmemente. Me miró algo desconcertado, pero no se movió.
"Tranquilo, le dije, no pasa nada". Y le puse la mano en la entrepierna.
Puse su silla de frente, me arrodillé en el piso y lentamente le desabroché los pantalones, le metí la mano y me sorprendí. Cuando se los bajé junto al calzoncillo, emergió una terrible verga de unos 25 x 6, en un hermoso estado de alerta, que terminaba en una cabeza gorda, redonda, gloriosa.
Se la chupé de todas las maneras que conozco, le chupé los huevos mientras lo pajeaba. Me acabó en la boca mientras me la enterraba con fuerza, casi me ahogo.
para mi alegría y sorpresa, no se le bajó y, al minuto, mientras se la limpiaba con la lengua. Me tomó por los brazos, me hizo parar y me giró y me bajó la ropa. me inclinó hacia adelante y me empezó a lamer el orto, con buena técnica.
Se incorporó, y me la mandó despacio, pero convencido.
Me bombeó unos cinco minutos, pero tan intensos que sentí que se me aflojaban las piernas. Semente verga entraba y salía dándome tanto placer que lamenté que me llenara el culo tan rápido. Me la dejó adentro un par de minutos más.
Lo senté en su silla, y se la puse en la boca. No sabía chuparla, pero le gustaba. Le cojí la boca hasta acabarle.
Me senté, cebé el mate, que compartimos en silencio.
"¿Te sentís mejor?".
"¡Perfecto!".
19 comentarios - Mi alumnito superdotado
🆒
muy bueno el relato.......pasa por mis posts..... y mandalo a Tomas para casa....jaja......