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Relato Gay: 16 de Septiembre en la Uni (3 de 3)

Ahora sí, la última parte.

Dormí durante unas dos horas y no pude resistirlo más: el hambre me mataba ya. En el espejo de mi cuarto solo había una nota escrita de prisa: "Went to practice, see you later". Josh había ido a su práctica de americano. Usualmente, el sábado duraba toda la mañana y debía terminar alrededor de las 2 pm. Miré el reloj y eran cerca de las 12, así que me dí un baño rápido para comer algo ligero y adelantar mis trabajos pendientes.

Mientras me daba un regaderazo rápido, no me podía quitar de la cabeza lo que había vivido este fin de semana. Descubrir en Josh un amante fabuloso había sido lo mejor que me había pasado en la Universidad, pero no sabía como acomodarlo a mi vida. No pensaba que yo fuese del tipo de personas que
se acuestan solo una noche, pero a decir verdad, tampoco Josh parecía del tipo de persona que establece una relación duradera, pero ese era un tema que por el momento no me preocupaba mucho: deseaba a Josh, quería tener su verga dentro de mi cuerpo, montarlo hasta saciar mi sed de ese cuerpo de adonis negro y que me hiciera sentir su fuerza en mi culo.

Salí del baño con una erección rampante tan solo de pensar en el próximo encuentro, pero tuve que apartar esos pensamientos para dedicarme a lo mío.

Me tomó más tiempo de lo que había previsto terminar todo, y ya no regresé a la Suite sino hasta tarde, alrededor de las 4 pm. Josh me esperaba mientras veía TV en su cuarto con la puerta abierta. Los dormitorios lucían desiertos.

Tan pronto me vio entrar saltó a mi encuentro, iba vestido con una camiseta ajustada azul clarito, que hacía que el torso se le viera delicioso; un pantalón de mezclilla negro, un poco grande para mi gusto y unas sandalias de cuero. Cerró la puerta de la suite tras de mí y, arropándome en sus brazos, me recibió con un riquísimo beso largo y suave. Su suave lengua jugaba con la mía y viajaba ligera entre mis labios. Me ganó un suspiro y Josh me miró con esos ojos castaños tan profundos, "Wanna go to the movies?" -dijo como si fuese lo más normal del mundo. Acepté y salimos al centro de la ciudad.


De la película ni me pregunten, no puse atención. Sólo recuerdo que era cómica, pero nada más. Cualquiera hubiese aprovechado el anonimato del cine para hacer una movida, pero Josh no, se comportó como un caballero, lo que ocasionó inevitablemente que mi nerviosismo creciera aún más. Salimos del cine y la noche nos recibió con un aire fresco, rico; me invitó un café al Zócalo y acepté con gusto, quería conocerlo un poco más. Durante dos horas, me olvidé de mi nerviosismo y pude encontrar en Josh a una persona bastante amable, muy divertida y que tenía las prioridades en su vida claras como el cristal. Me gustaba ese hombre y ahora, además de que se me hacía atractivo, me parecía una persona interesante; peligrosa combinación pero así era.

La figura atlética de Josh, y su piel oscura, resaltaban entre la multitud y observé más de una mirada lasciva, tanto de chicas como de chicos, evaluando a mi amigo. Me sonreía para mis adentros, pues ninguno de los dos es nada obvio: parecíamos dos machotes hablando y riendo de futbol, ¿de qué otra cosa más hablan los hombres? Pero en realidad, la plática se desvió hacia lo que sentíamos por lo que había pasado.

Josh me confesó que su relación con David apenas comenzaba y aunque no le creí, no se lo discutí. Pasamos del café al licor y estuvimos bebiendo hasta ya muy noche y platicando de cualquier cosa, solo recuerdo que ya los transeúntes que pasaban se nos quedaban mirando como diciendo "Que peda traen estos dos", de las risas descontroladas que nos echábamos. Lo malo para mí, es que el alcohol se me sube a la cabeza muy rápido y me pega duro.

Más mareados que borrachos, pagamos la cuenta rápidamente y cuando me dirigía al estacionamiento, Josh me dijo que mejor nos quedáramos en el hotel del Zócalo. Me ruboricé solamente de pensar pedir una habitación en un hotel, acompañado de un hombre y más si ese hombre estaba tan bueno como Josh, pero tragándome la pena, accedí.

El hotel era de 5 estrellas, colonial y precioso; Josh se encargó de pedir la habitación. Cuando el botones nos preguntó por nuestro equipaje, sólo sonreímos como idiotas. Era un chico joven, a lo máximo de 22 años, un poco chaparrito, de alrededor de 1.65 m, guapo y delgado. Mientras subíamos en el ascensor, se colocó delante de nosotros en el pequeño espacio, dándonos la espalda mientras observaba nervioso el ascenso del elevador; se veía incómodo y sonrojado.

Totalmente desinhibidos por el alcohol, le miramos descaradamente el culo, enfundado como estaba en un pantalón negro ajustado, se veía apetecible. Josh me rodeó con el brazo por la cintura y me agarró una nalga por arriba de mi pantalón, mientras por el espejo del elevador, el muchacho nos observaba de reojo y desviaba nerviosamente la mirada.
Creo que Josh disfrutó el momento porque cuando salimos siguiendo al botones, no me soltó en ningún momento, quería que el botones supiera que yo era suyo. Yo estaba que quería que me tragara la tierra.

Al fin llegamos al cuarto 405 y una vez nos mostró el cuarto, se disculpó e hizo ademán de retirarse. Josh lo detuvo en el quicio de la puerta, mientras lo miraba seductoramente y, tendiéndole un billete, lo dejo ir con una sonrisa cautivadora. El botones le devolvió la sonrisa de una forma que me hizo sentir incómodo, ¿le estaba coqueteando?

Con la cabeza dándome vueltas, recorrí el cuarto que era no muy grande, pero en cambio era lujoso, con una cama enorme y detalles de iluminación preciosos. Tenía un pequeño balcón que daba al Zócalo de la Ciudad y a través del cual se observaban los grandes árboles del Centro y la Catedral iluminada al fondo. Josh abrió las cortinas del balcón, la vista era espectacular.

Sonriendo, Josh me abrazó por detrás y volteándome hacía sí, me robó un delicioso beso que me dejó mas mareado aún. Su aliento sabía rico, a café y a alcohol mezclado con su propio olor. Me tiró de espaldas en la cama, aún unidos los dos por un beso suave. Mientras me rodeaba el cuello con un brazo, la otra mano comenzó a desabotonar mi camisa blanca. Su lengua comenzó a trazar figuras caprichosas en la base de mi cuello y llegó hasta mi lóbulo de la oreja. Sentí que la piel de mi cuerpo entero se enchinaba y que Josh, en ese momento, podía pedirme lo que fuera.

Los dedos de su mano fueron hábiles y rápidos, mi camisa se abrió del todo y su boca buscó entonces los pezones de mi pecho. A decir verdad, nunca antes había disfrutado el contacto sexual en esta zona, pero quizá también nunca nadie me había hecho lo que Josh: me mordisqueó suavemente, cubriendo mis pezones, que son algo grandes y de color miel, con sus labios carnosos. Acunó mis pechos como si fuese lo más preciado del universo, alternando sus besos entre una y otra tetilla hasta que la calentura me impidió pensar correctamente. Le quise comenzar a desvestir en ese momento, pero no me dejó; al parecer quería desnudarme a mi primero.

Josh volvió a buscarme en la boca mientras sus manos comenzaban a desvestirme. Me encantó el contacto un poco áspero de sus manos, el fútbol americano había dejado sus marcas en formas de pequeños callos en las palmas de sus blancas manos, que comenzaron a desabrochar el pantalón de mezclilla. Con destreza, las puntas de los dedos abrieron el cinturón de piel y comenzaron su ataque sobre el botón y la bragueta de mi pantalón. Cuando lo abrieron, Josh se incorporó, abandonando el precario beso y con ambas manos, me bajó el pantalón de un solo golpe. Me había puesto unos boxers cortos y pegaditos de color rojo que me gustaban mucho, me hacían sentir muy sexy.

Nos reímos por los efectos del alcohol todavía en nuestros cuerpos; sentía mi cabeza agradablemente mareada; Josh batallaba con mis pies por liberar los pantalones, en su prisa no me quitó las sandalias y se atoraron. Un fuerte tirón y listo. Josh se levantó de la cama una vez me tuvo en camisa y boxers. Sus ojos reflejaban una lujuria contenida que me dio un poco de temor. Una sonrisa traviesa cruzó su rostro y me dijo. "Give me five minutes, will you?", y se dirigió al baño, cerrando la puerta detrás de si.

Me quedé unos minutos echado en la cama, escuchando como abría el agua de la regadera y hacía un poco de alboroto dentro del baño. Inspeccioné la habitación un poco más y, con sorpresa, descubrí que tenía una chimenea. Ni tardo ni perezoso, la encendí con unos maderos que había ahí y pronto un calorcito rico comenzó a invadir la habitación. Apagué todas las luces y el efecto era perfecto: las llamas trazaban pequeñas lenguas de fuego naranjas y amarillas que se reflejaban en las sabanas blancas de la cama y llenaban el cuarto con un juego de luces danzantes y sombras misteriosas. El Zócalo a nuestros pies comenzaba ya a vaciarse, pues el frío ahuyentaba a la gente, pero acá dentro el calor era otra cosa.

Me acosté en la cama, esperando a Josh, pero el ruido tranquilizador del agua que corría dentro del baño, lo avanzado de la noche y el mareo del alcohol fueron demasiado: poco a poco me hundí en un sopor delicioso, cerrando los ojos. Entre sueños, oí que el cuarto de baño se abría y me pareció ver a Josh saliendo del mismo, con solo una toalla blanca en la cintura. Traté de abrir los ojos un poco más pero no pude. Josh me acarició el pelo y se acurrucó a mi lado para dormir.

Acostumbro despertar temprano. La luz del sol apenas se asomaba por la ventana, debían ser más o menos las 6 de la mañana porque la luz que se colaba al cuarto aún era mortecina y gris, aunque el cielo despejado prometía un buen día. Hacía un poco de frío aunque no tanto porque Josh me había abrazado durante mi sueño. Estábamos los dos de costado, abrigados del frío por sabanas blancas y una gruesa colcha, Josh atrás de mí, con uno de sus brazos alrededor de mi cuello y el otro aferrado a mi cintura. Disfruté un momento de ese rico abrazo mientras escuchaba la respiración profunda y pausada de Josh, parecía estar en mucha paz.

Alcancé su pierna con la mano, por debajo de las sábanas y pude constatar que estaba desnudo al igual que yo; debió haberme desvestido para que durmiera cómodo. Su verga, al igual que la mía, presentaba sendos casos de erección matutina. Aprovechando que estaba despierto, quise sorprenderlo pero necesitaba desesperadamente ir al baño, así que me armé de valor y a regañadientes, me levanté despacito para no hacer ruido.

Fui al baño y de regreso, me calentó el contraste que hacía su cuerpo desnudo contra las sábanas blancas. Su piel de chocolate parecía de seda, era hermosa y los músculos de su torso y sus brazos se contorneaban mientras su pecho respiraba rítmicamente. Me hice un hueco rápidamente en la cama y me acurruqué entre sus brazos, llenándole la cara y el cuello de besos. Josh estaba dormido profundamente, pues aunque sonrió, no abrió los ojos. Mi cuerpo estaba pegado al suyo y pude percibir que su verga había vuelto a su estado normal.

Una idea perversa cruzó mi mente y seguí dándole besos en el cuello, hasta que un ronroneo de su parte me indicó que al menos se daba cuenta de mis caricias. Le tomé de los brazos por las muñecas y se las sostuve por arriba de su cabeza, mientras me encaramaba sobre su cuerpo de dios africano. El contacto con esa piel suave era embriagador, hacía que me calentara en un segundo. Su verga era mi objetivo y por el momento colgaba flácida entre sus piernas. Mis besos continuaron en su pecho, deteniéndome en sus tetillas que ahora estaban suaves y que al contacto con mi saliva se irguieron como plantas deseosas de humedad. Seguí bajando rápidamente por su vientre, descubriendo poco a poco su cuerpo, quitando las sábanas de a poco. Llegué a su ombligo y ataqué a fondo, mis lengüetazos debían de despertarlo, pero aún nada. Cuando continué más al sur mi recorrido, encontraron mis labios su príapo oscuro y aún en reposo, pero así es como lo quería: quería sentir como se hinchaba y despertaba entre mis labios. Abrí mis labios y me tragué lentamente la víbora que tenía por verga. Sabía un poco ácida y salada, pero pasó rápidamente. Mi lengua jugueteó con la gran cabeza que, poco a poco, se iba hinchando en mi boca, mis labios se cerraron suavemente y no quisieron dejar ir nunca más a ese tronco oscuro, lo sentí hincharse entre mis labios hasta adquirir una consistencia más firme, aunque no del todo plena. Josh gemía, los ojos aún cerrados y rotaba deliciosamente las caderas, aún en sueños.

Tomando su verga por el tronco, la saqué de mi boca acomodándome entre sus piernas, acostado boca abajo contra la cama y acariciándole los muslos mientras me agasajaba con su tolete. El tronco de su verga estaba ya a media asta y se sentía algo duro cuando mi mano se cerró alrededor suyo. Estaba su verga sin circuncidar y me gustaba jugar con el prepucio que le cubría la cabeza. Adoraba la forma en que se adivinaba el perfil de su glande bajo la delgada piel del prepucio y menearlo de arriba a abajo para despertarlo de su profundo sueño. Cuando lograba que la piel del prepucio bajara y descubriera su sensible glande, mi lengua estaba lista para recibirlo y llenarlo de caricias húmedas, hasta que se volvía a ocultar en los pliegues del prepucio y entonces mis labios cubrían del todo prepucio y glande, absorbiendo y lamiéndolo.

Mis caricias surtieron efecto, pues poco a poco sentí como su tronco se iba ensanchando entre mis manos; su cabeza iba llenándose de sangre, poniendo dura como roca la verga y escapando poco a poco de mi control. Cuando la tuve a toda asta, no pude más que estar orgulloso de mi trabajo. Josh me miraba ahora, recostada su cabeza en la almohada y acariciando suavemente mi cuello, como aprobando el trabajito que acababa de realizarle.

Me puse de rodillas entre sus piernas y continué mamándole la verga. El gran ojal de su palo ahora comenzaba a rezumar líquido preseminal, claro y transparente; el sabor era un poco amargo pero no me importó, seguí mamándole igual, concentrándome en la gran cabeza y prepucio; mis manos seguían acariciándole el tronco de arriba a bajo mientras mis labios lo recorrían de todo a todo. Estando de rodillas, con el culo al aire, recordé que tenía un pendiente con Josh y me preparé mentalmente para ello. La verdad me temblaban las rodillas ante el prospecto de que me follara, pues hacía mucho tiempo que no me habían cogido y menos con un instrumento como el que tenía ante mí; mi plan era dejarlo lubricado a más no poder y para ello necesitaba tener a Josh excitado, pero tranquilo.

La luz del Sol naciente ahora interrumpía en nuestra ventana a raudales, el cuarto estaba iluminado por haces brillantes y claros; el frío de la mañana ni siquiera era percibido por nosotros, ocupados como estábamos. Josh gemía desde la almohada, susurrándome palabras de aliento a cada lamida, a cada chasquido y a cada beso de mis labios y lengua, alentándome a continuar mis caricias en los lugares que le gustaban especialmente. Así descubrí que le gustaba la ocasional irrupción de mi lengua en el orificio de su verga, solo suavemente; le enloquecía la presión de mi lengua en sus huevos y que mi boca los albergara, saboreando su fuerte gusto; podía aullar si mis labios se concentraban en los bordes desnudos de su glande, aplicando la justa combinación de presión y humedad en sus partes más sensibles y llevándolo al borde del orgasmo, para dejarlo y volver a comenzar el delicioso suplicio. Josh gemía ahora cada vez más fuerte, sus dedos se enredaban en mi pelo y amenazaban con tomármelo con fuerza, pero se rendía y me dejaba hacer mi voluntad sobre su grandiosa verga.

Tomándome de un brazo, rotó mi cuerpo sobre el suyo hasta que estuvimos en la posición del 69, pero yo estaba muy a gusto ocupándome de él y, tercamente, afiancé mis rodillas en sus orejas, de forma que mi verga se encontrara sobre su boca, pero sin permitirle el acceso total que quería Josh. Sentí a su boca ansiosa lamer mis bolas y el tronco de mi palo, se sentía delicioso, pero me concentré en su propia verga, paladeando su salado sabor y exprimiéndole gotas cada vez más abundantes de líquido preseminal.

Las caricias húmedas de Josh en mi verga eran excitantes, me hacían perder la concentración. Con él descubrí que me encanta dar placer a otro hombre, es algo extraño pero supongo que cada quién lo razona como quiere o como puede, pero tener su verga entre mis manos y arrancarle gemidos de placer era algo que a mí me proporcionaba mucho placer; pero sus besos a mis huevos y a mi verga fueron demasiado y me rendí a sus solicitudes. Me dejé caer sobre su cara y Josh me tuvo a su disposición. Mientras continuaba yo mis caricias a su verga, Josh no se quedaba atrás y comenzaba a lamerme fuertemente los huevos, retrocediendo cada vez más hasta llegar al perineo y después hasta la raja de mis nalgas. Ahí se detuvo un instante y me alzó como pudo, doblando mis rodillas hasta que tocaron sus hombros y posicionando mi culo sobre su boca.

La invasión de mi culo fue gentil, comenzó son suaves lamidas alrededor del ojete y quedarse ahí por un largo rato, describiendo círculos lentos y besando mis nalgas. La sensación de su lengua tan cerca de mi culo era arrebatadora; le premié haciendo un esfuerzo por tragarme ese pedazo de verga que ahora estaba tan henchida que apenas podía sostenerla entre mis dedos; solo pude llegar a un poco más de la tercera parte de sus cerca de 24 centímetros, pero esto fue suficiente para Josh pues soltó un bufido de satisfacción. Después, sentí la punta de su lengua húmeda que curioseaba decididamente ante la entrada de mi ano. Cuando comenzó a entrar y salir, solo un poquito, sentí que me venía pero aguanté el tormento y me concentré en su verga, aumentando la presión y la intensidad de mis mamadas sobre él.

Guardé gota a gota el líquido seminal que se iba desprendiendo de la punta de su verga en la boca, hasta que tuve suficiente y lo deposité en mi dedo índice. Le alcancé el culo a Josh con el dedo ensalivado; al principio se resistió pero la forma en que se abría y cerraba su culo sobre la punta de mi dedo decía otra cosa; poco a poco fui ganando terreno hasta tener el dedo metido hasta la segunda falange en su culo; Josh perdió poco a poco el control, abandonándose a la exploración de mi lengua, mis labios y mi dedo sobre su próstata; su lengua exploraba más profundamente mi culo. Sentí que seguía mi ejemplo, pues un largo dedo ensalivado se introdujo lentamente en mi interior.

Su verga comenzó a bombear suavemente al principio contra mi boca, que formó una apretada O con mis labios. Pronto Josh estaba cogiendo a mi boca lenta pero firmemente, aumentando cada vez más la velocidad. Tuve que sostenerle firmemente por el tronco para no ahogarme. Josh gritaba ahora mi nombre en cada embestida y sentí que su verga rígida crecía aún más en mi boca. Mi dedo masajeaba suavemente su punto P, en ataque coordinado con mi boca. Josh gimió mientras tenía la boca llena de mi verga, que ahora estaba lamiendo solamente por la punta, se sentía delicioso.

Me sorprendió el primer metrallazo, que vino antes de lo esperado y el sabor amargo de su semen invadió mi boca. El segundo, el tercero y el cuarto los retuve como pude en mi boca, pero la mayoría cayó sobre su verga henchida. Como antes, su verga aún se conservaba erecta después del orgasmo y el lento movimiento de vaivén de sus caderas hacía que entrara y saliera de mi boca, deseosa aún de su semen. Le seguí mamando el pito hasta que no pude exprimirle más gotas del preciado líquido. Josh se concentró ahora en mi verga, y sentí que poco a poco se iba tragando más de mi palo, hasta casi abarcarlo del todo. Se notaba que no era un experto en la materia, pero el ver como esos labios gruesos se apoderaban de mi tolete era todo un espectáculo. Su dedo también hacía maravillas en mi culo; se detuvo un instante y quiso meter otro dedo más. Le tomé de la mano para chuparle los dedos y compartir su blanco semen; sus dedos ahora estaban un poco más lubricados y pudo lograr su propósito: poco a poco, dos dedos gruesos fueron apoderándose de mi culo y de mi voluntad. Tuve que pujar un poco para darles cabida; sentía el culo lleno a reventar, pero sabía que no era nada comparado con lo que vendría. Me armé de valor y puje un poco más hasta que sentí que ambos dedos se deslizaron lenta y profundamente en mi interior. Juguetearon solo un poco con mi próstata y se quedaron ahí, quietos. Mi culo se rebeló inmediatamente ante tal intromisión: comencé a ordeñar involuntariamente sus dedos, debió haber sido fuerte porque Josh se quejó un poco pero aguantó, mientras cubría mi verga con lengüetazos en el tronco y en la cabeza. No podría aguantarme más, necesitaba darle más espacio.

Me levanté despacio del rico 69 que habíamos formado y me puse de rodillas sobre la orilla de la cama, ofreciéndole el culo. Josh comprendió perfectamente y, tomándome de las caderas, se situó detrás de mi. Yo pensaba que no teníamos a la mano algún lubricante pero Josh pensó en todo: de su pantalón sacó una botella pequeña de lubricante, se embarró perfectamente la mano y aplicó también una generosa porción sobre mi culo, comenzando de nuevo su exploración. Metía y sacaba los dedos rítmicamente, dándome tiempo y espacio para irme acostumbrando al movimiento y a la sensación. Me costaba mucho trabajo no venirme ante sus caricias, gemía y bufaba como un loco.

Josh se había acomodado detrás de mí, con sus piernas separando mis rodillas y mientras introducía sus dedos en mi culo, la otra mano preparaba a su verga, acariciándose lujuriosamente de arriba a abajo. Su verga estaba henchida, negra y reluciente, obscena. Descansé la cabeza en la cama y pude observar ese monstruo que parecía esperar el momento para hacerme suyo. Su verga oscilaba majestuosamente y la gran cabeza oscura me excitaba. Josh se dejó de acariciar y con la mano me comenzó a acariciar la espalda. Se sentía rico, estar así, cogiendo sin prisas.

Los dedos de Josh en mi culo fueron subiendo de intensidad su penetración, hasta que supe que era el momento de enfrentar la verdad. Me puse de pie como pude, pues me temblaban las rodillas de excitación. Acosté a Josh de espaldas sobre la cama y su verga se irguió al aire como el mástil de un barco. Tiré de su cuerpo por la cintura, hasta que sus pies tocaron el suelo y su culo quedó al borde de la cama. Sus grandes huevos colgaban entre sus piernas y su verga pareció ponerse mas dura. Me arrodillé entre sus rodillas y le mamé nuevamente el palo delicioso. Olía a sexo, a sudor y a una promesa de placer. Me dejé llevar mientras oía a Josh gemir mientras le ensalivaba todo el tronco, quería que estuviese bien lubricado. Los muslos de ese hombre eran la perfección y se sentían tan duros como su verga.

Me levanté y me puse de pie sobre sus caderas, viéndolo siempre de frente. Sus ojos parecían seguir todos mis movimientos con sensual interés. Mi mano encontró a su verga y entonces supe que no tenía tiempo de reconsiderar las cosas: tenía que cogerme a este hombre. Coloqué suavemente la punta de su verga en el orificio de mi culo. Me senté sobre su verga solo lo suficiente para darle entrada y pujé lo más que pude, controlando mi respiración y mi reacción natural de salir corriendo de allí. Josh soltó un bufido de placer cuando comencé con mi culo comencé a darle pequeñas mordidas en el tronco.

La verga de Josh era gruesa y nunca me habían cogido con un palo de ese tamaño o grosor, pero no era nuevo en estos menesteres: saqué provecho de mis experiencias previas y concentrándome, poco a poco me fui empalando cada vez más. El vientre de Josh temblaba mientras me iba introduciendo más y más, parecía que su verga no tenía fin; la sensación de su tronco acariciando mi próstata era increíble, pero lo quería todo dentro de mí; apoyé mis manos en su vientre plano y marcado y fui bajando el culo hasta que mis nalgas tocaron la base de su falo. Se sentía henchido y pleno dentro de mí. La gran verga negra se albergaba ahora en mi interior y era mía para hacer lo que quisiera con ella. Josh susurraba mi nombre mientras permitía que me fuera acostumbrando a su tamaño. Respiré y exhalé detenidamente por unos momentos, mientras mi culo se rebelaba por momentos y espasmódicamente ordeñaba a Josh.

Me apoyé en los hombros de Josh y lentamente, me fui levantando: los pliegues de mi culo no parecían dispuestos a dejar ir su presa y los sentí estirarse hasta que solo la punta de su verga permaneció en mi interior. Otra vez me dejé caer, esta vez un poco más rápido, pero aún inseguro de que no me dañara. Seguí cabalgando su culo por unas cuantas veces más, hasta que sentí que ya mi ojete se había acostumbrado. Era delicioso: Josh demostró paciencia y se quedaba casi quieto, dejándome hacer a mí, a mi modo, a mi tiempo, a mi ritmo. Cuando decidí que ya era suficiente, levanté una pierna sobre la cama y la otra la apoyé en el suelo, la verga la tenía a reventar y pegada ahora contra mi vientre. Me dejé caer sobre Josh y el cambio de ángulo hizo que su tronco se restregara deliciosamente contra mi próstata. La respiración del negro pecho de Josh se hizo más agitada y perlas de sudor le cruzaban ahora. Las manos de Josh me tomaban fuertemente por la cintura y me guiaban en mi descenso y ascenso.

Me levanté de su abrazo y le pedí se acostara en medio de la cama. Obediente, me esperó mientras me encaramaba y volvía a engullir con el culo ese pedazo de verga magnífico. Ufff... casi se me va la respiración cuando la ensartó con un ligero movimiento de sus caderas. Volví a montar a la bestia, primero lentamente, luego más rápido y otra vez lentamente. Me encantó sentir el largo tronco deslizarse dentro de mí, para luego salir a la superficie y volverse a enterrar de nuevo hasta lo más profundo de mis entrañas. Le tomé por los hombros y me incliné hacia adelante para darle un beso largo y húmedo. Josh me abrazó y sus dedos recorrieron la curva de mi espalda, hasta descender a mis caderas, donde me sostuvo firmemente contra su verga. Sus caderas comenzaron un rico movimiento de vaivén, lento y delicioso, que estuvo a punto de volverme loco.

Josh era todo sexo, su cuerpo oscuro, su verga enterrada en mi interior, sus músculos marcados; todo él me excitaba. Quería entregarme todo a él y ocupé cada truco que había aprendido. Lo cabalgué profundamente, deslizando la larga vara de su miembro dentro de mí, variando la velocidad y el ritmo hasta que casi se viene dentro de mí. Lo impedí desenterrándome de su verga y cambiando de posición. Me puse boca arriba y él sobre mí; me encantó atraerlo hacia mí y con mis largas piernas abrazarle la cintura, induciéndole a darme más profundo cada vez.

Su espalda era fuerte y cuando mis dedos recorrieron la curva de su columna, Josh se sacudió de placer. Le atraje hacia mí mientras me enterraba una vez mas la dulce espada de su verga, solo un poco más de la mitad y la retiró rápidamente para volver a atacar. El ritmo de este hombre era imparable, tan pronto era lento y suave como rápido y fuerte.

Josh sintió que estaba a punto de venirme y me agarró la verga por la base, asiéndola fuertemente entre sus dedos. Sentí que la ola de placer nacía en mis huevos y recorría hasta mi verga, pero me tranquilizó la presión de Josh y el peligro se fue; no quería venirme tan pronto. Josh se retiró entonces y me puso boca abajo sobre la cama. Sentí como acomodaba su pecho contra mi espalda y la agarró a besos en la base de mi cuello. Su verga encontró rápidamente el camino y de un firme empellón me la acomodó hasta que sentí sus huevos acariciar los míos, de tanto que colgaban. Comenzó entonces una embestida continua, fuerte sobre mi culo, parecía que me lo quería romper; lo que me encantó es que en ningún momento dejó de acariciarme, entrelazó sus manos por debajo de mi pecho y mientras me acariciaba las tetillas, parecía que no quería dejarme ir y se afianzaba de mis hombros para darme más y más duro. La cama crujía a cada embestida y el cuarto se llenó del chasquido de nuestros cuerpos encontrándose. Sentía el culo partido en dos y me abandoné a la sensación.

Mi pobre verga quedó atrapada entre el colchón y mi vientre; el peso de Josh sobre mi cuerpo era perfecto. A pesar de ser un hombre alto y musculoso, no era del todo pesado y lo pude soportar cómodamente. Sus piernas se frotaron contra las mías mientras aceleraba las embestidas. No pude soportarlo más y sentí lentamente como crecía entre mis piernas el orgasmo, en mis huevos la sensación de placer se acrecentó. Me vine primero yo, mojando profusamente las sabanas; en cada eyaculación sentía intensamente la verga de Josh firmemente insertada en la funda en que se había convertido mi culo; inmediatamente sentí como la verga de Josh era ordeñada sin control por mi esfínter. Se hinchó una vez más, como preparándose para el segundo orgasmo e irremediablemente, me inundó el culo con 4 descargas de semen, que se fueron sucediendo una tras otra en un período largo de tiempo; Josh lanzó un rugido de placer que casi me deja sordo, sus embestidas sobre mi culo siguieron todavía por unos 15 minutos, su verga indomable había perdido firmeza pero aún conservaba suficiente ánimo como para no retirarse de mi culo. Su respiración se tranquilizó y se derrumbó sobre mi espalda, casi sin aliento.

Estuvimos así por espacio de unos minutos, descansando y recuperando el aliento. Josh respiraba profundamente sobre mí, su verga en mi interior se sentía deliciosa, aunque sin el volumen y la firmeza anterior. El semen en mi interior casi era ardiente, un bautizo de fuego. Josh todavía movía las caderas lentamente, girándolas y haciéndome sentir que todavía estaba allí para mí. Sentí que me envolvía un rico sopor y me dormí, rendido.

Sobra decir que después de ese fin de semana, no pudimos separarnos. Nos dábamos nuestras escapadas de fin de semana a diferentes hoteles, siempre con la excusa de salir al antro. Al siguiente semestre rentamos un departamento los dos juntos y así estuvimos hasta pasado otro semestre. Josh consiguió una mejor beca en otra Universidad y tuvo que irse de Puebla, pero hasta el momento todavía seguimos en contacto.

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