Amigos, estoy muy agradecido a todos ustedes por las visitas, los puntos y los comentarios a la primera parte de mi relato, aunque si bien es cierto que éstos fueron muy buenos, a la vez fueron hasta ahora escasos teniendo en cuenta la cantidad de visitas. De todas maneras, me dieron el entusiasmo necesario para relatarles esta segunda parte. Ojalá que también les guste!
Para continuar escribiendo, espero nuevamente la motivación que me brindan sus generosas visitas, puntos y por qué no, sus posibles aún más generosos comentarios y mensajes privados. Pueden acotar además si quieren qué parte o cuál de los relatos les calentó más, así conozco mejor sus gustos; mencionar fantasías con travas, experiencias y conjeturar cómo siguió esta historia.
Para quienes no leyeron la primera parte, acá está:
http://www.poringa.net/posts/relatos/1835689/Mi-relato-exp_-real-con-traviesa-trava-shemale-de-barrio_.html
Con la pija acabada y con restos de leche en la punta, miré a mi trava a los ojos fijamente pero exhausto y le murmuré “No podés…”. “Sí, puedo hermoso… y parece que te gustó!”, me dijo sonriendo como perra. “No me respondiste la pregunta todavía”, insistió, entonces le dije “ah, te diste cuenta que te miré por la ventana”. “Sí, pero seguís sin responder…”, agregó. No sabía qué decirle exactamente, porque si le decía que no le había visto la pija tal vez sabía que era mentira o iba a ser re cortamambo, o a la inversa, que iba a ser cortamambo saber que vi su tesoro antes de conocerla. Así que pensé “si le digo la verdad, que sí, si pregunta tanto que se banque la respuesta y vemos qué onda con esto”. “Ok, sí, te vi toda desnuda, no lo pude evitar, te jode?”, esgrimí como pude. “No hay drama, pero voy a tener que tener más cuidado con la ventana…”, se defendió. Se hizo un silencio, y acto seguido bajó la cabeza automáticamente, se miró el bulto y me miró fijo como queriéndome pedir algo o diciéndome “sorry, no lo pude evitar”, ja. No dudé y también bajé mi vista hacia su bulto, que no había mirado ni tocado mientras me hizo la paja, por lo que ya les conté. Noté que su pantaloncito de gimnasia azul que antes estaba totalmente liso ahora dejaba marcado un bulto considerable, y que terminaba en punta hacia abajo. Se ve que al parársele la pija, no la pudo contener más en el espacio en el que la había guardado, tal como yo pensé, ja.
Como yo había quedado muy turbado por esa paja feroz a la que me sometió, la tomé del brazo y la llevé conmigo a acostarse en su cama. Me sentí con muchas ganas de besarla, y eso hice por un largo rato. Mi pija ya estaba muerta y sin posibilidades de nada, pero igual sentí la necesidad de empezar a desnudarla. Comencé sacándole suavemente la remerita blanca que tenía puesta, y ella accedió en silencio mientras seguíamos besándonos. Quedaron a mi vista dos tetas de hermoso tamaño contenidas en un fino corpiño blanco. De pronto ella se soltó el pelo y su hermosa cabellera rubia cayó sobre sus hombros, para después deslizarse hacia su espalda. En ese momento me acerqué a su cuello y empecé a besarlo y lamerlo, mientras que con las manos le desabroché el corpiño. Puso cara de gato al quedar expuestas ante mí esas dos tetas perfectas, bien redondas, y con dos pezones rosados preciosos, de un tamaño armónico con su cuerpo y que parecían naturales incluso vistas de cerca. Las chupé con dulzura un buen rato. Era como chupar las tetas de cualquier mina que se haya operado; el que lo haya experimentado sabe a lo que me refiero.
Después de un largo y placentero momento mamándole las tetas, sentí que estaba para más, aunque mi pija seguía igual de muerta y vacía como me la había dejado hacía unos minutos. Fue ahí como ella, casi como un guiño pícaro, se tocó el bulto. Era evidente además que se le estaba parando cada vez más y ya no podía acomodarla para seguir manteniéndola contenida en ese pantaloncito de pendeja. Entonces me dije “ésta es la mía”. El pulso se me aceleró, mi corazón latía a mil por minuto y tomé coraje. Le metí un manotazo en la pija sin que me importase ya si le podía caer mal o qué. Sólo con el tacto, y mientras le seguía lamiendo el cuello y los hombros, sentí las dimensiones de una tremenda verga. En un segundo escabullí mi mano por adentro del pantalón para sentir esa carne. Necesitaba tocarla y se notó que ella necesitaba también sentirme ahí. Era un tronco duro y caliente que esperaba ser liberado. En realidad todo estaba caliente ahí abajo. Manoseé con ganas su verga, sus huevos, su piel, sus escasos pelos que pude sentir y su bombachita diminuta, que parecía de encaje. Me puse como loco. Nunca el sentido del tacto me había brindado tantas sensaciones a la vez nuevas y maravillosas. De una, le bajé todo lo que tenía puesto: pantaloncito y bombachita. En ese momento saltó como resorte una pija gigante que estaba al palo, algo colorada, caliente. Todo era como lo había intuido: bombachita diminuta blanca de encaje, esa tremenda verga que nada tenía que ver con el pito que le vi por la ventana, huevos pelados y un pubis con un fino bigote en sentido vertical que terminaba donde empezaba esa pija, como el que usan muchas veces las minas.
Ella se dejó hacer en todo momento, y en ese instante me miró como diciendo “Te gusta?”. Yo no dije nada tampoco. Les juro que sentí una extraña sensación de calentura, placer, nervios y miedo. Pero al mismo tiempo empecé a sentir que mi boca quería probar ese trozo de carne. Sin más dilaciones que la de su pija, me la mandé de una a la boca como pude. En ese instante se le soltó un gemido más propio de un macho que de una mina, jaja, pero inmediatamente después se corrigió y mandó gemiditos cortitos y agudos, como buena puta. Pero de verdad que lo estaba disfrutando. La pija no miente. Sentí como empezó a moverla para que entrara y saliera de mi boca rápido. Estaba caliente, húmedo y totalmente erecta. Era una pija de macho insaciable. Cuando en un momento abrí los ojos, vi como se mecían esa cadera y esa cola de abajo arriba y de arriba abajo para sentir el placer de mi pete salvaje. Con una mano trataba de frenarle un poco el movimiento para que no me metiera la pija hasta la garganta, porque como se movía como perra en celo y era bastante larga –más que la mía, debo confesar- a veces me entraba bastante al fondo y quería evitar la arcada, ja. Mirando solamente esa cadera moverse con esa pija enorme, aunque sin ni un solo pelo en su cuerpo más que el bigote del pubis, por un momento pensé que me estaba comiendo simplemente a un pibe, jaja, pero para convencerme de lo contrario subí la cabeza para mirarle la cara, y efectivamente vi que era una perra rubia con los ojos cerrados y la boca abierta gimiendo de placer como puta.
Empecé a alternar el pete con la paja a ella. Le encantaban ambas cosas. Por momentos también le acariciaba los huevitos con la otra mano y le tironeaba un poquito los pelos del pubis para excitarla aún más. No paraba de gemir, y en un instante me di cuenta de cómo se me había parado otra vez la pija. Pensé que iba a hacerla acabar ahí nomás como ella me había hecho acabar a mí, pero de pronto se ve que estaba tan caliente –o que tal vez también vio cómo se me había parado la pija- que empezó a susurrar repetidamente “Cola, cola”, hasta terminar diciendo “Please, haceme la cola!”. Se nota que no le bastaba a esa altura que jugara con su pija. Entonces me acordé de una de las poses de los videos porno que vi en Poringa de cómo los tipos se cogen a las travas. La puse de costado, de espaldas a mí, le levanté una de las piernas hasta que su culo quedara abierto, le mandé la pija al principio de a poco y rápidamente con una de mis manos manoteé su verga. “Así, así, ahora dame fuerte”, me dijo. Obediente como soy en esos casos, empecé ahora yo a mover mi cadera rápido para cogérmela bien fuerte, mientras que con la otra mano le hacía una no menos fuerte paja. Una sensación excitante, nueva, espectacular, que aprendí en ese preciso momento y a cuyo movimiento simultáneo me pude acostumbrar después de unos segundos. Fuerte con mi pija por su culo y fuerte con mi mano en su pija. Gemía y jadeaba como perra, casi a los gritos la hija de puta. Así le dimos un rato largo.
Después hicimos otras posiciones. Cuando la puse en cuatro noté lo dilatado que estaba su culo, y mientras le daba vi también cómo su pija se achicaba un toque por la cojida del culo, le colgaba la pija y por momentos cuando aflojaba sus rodillas caía rendida sobre la cama y yo le seguía dando frenéticamente, y de atrás veía cómo su pija quedaba abierta, apuntando hacia abajo, húmeda y frotándose contra las sábanas. Después yo fui el que transitoriamente se rindió y me acosté boca arriba sobre la cama. También es cierto que ahora la quería arriba mío, cogiendo de espaldas y de frente a mí. Cuando se me subió para garchar de espaldas, pude ver mejor su hermoso culo redondeado, trabajado en el gimnasio, perfecto. Su espalda era extensa, esbelta y era cubierta por esa cabellera rubia de ensueño, cuyos bucles desordenados saltaban al compás de la garchada. Después se dio vuelta y montó mirándome. Era obvio que ya no le importaba nada mostrarse en pelotas de frente, con la pija a medio parar que saltaba como loca mientras se movía. Le gustaba tanto coger así… Pero de pronto también ella necesitó saciar la demanda de su boca, entonces se corrió y fue directo a mi pija. Se la mandó en la boca de una y me la chupó un rato largo con muchas ganas, mientras vi que con una mano se frotaba alternativamente las tetas y con la otra se pajeaba la verga.
Yo pensé por un momento que mi pija no le iba a parecer gran cosa comparada con la chota de ella, pero nada que ver. Le encantaba peteármela y lo hacía muy bien, diría que demasiado bien… Empecé a sentir que mi pija otra vez estaba llena de leche y a la vez dispuesta a tirarla adonde sea en el momento más oportuno. Pero al mismo tiempo especulé que iba a ser la segunda vez que iba a acabar primero… Esas cosas que los hombres pensamos, ustedes saben. Pero al rato me convencí que a ella eso no sólo que no le importaba, sino que me estaba provocando, porque aumentó la intensidad del pete; cerró más la boca más, con lo que empezó a apretar más, lo hizo más rápido, y empezó a manosear dulcemente todo mi cuerpo con sus manos, hasta terminar acariciándome los huevos. No es que me quiera justificar, pero le daba fuerte, tenía la mirada perdida y al rato pasó lo que tenía que pasar. Mi segundo torrente de leche caliente saltó como la lava irrefrenable de un volcán pero dentro de su boca. Sentí que podía depositar en ella toda mi confianza masculina. Ella lanzó un largo gemido opaco mientras sentía mi leche bañando toda su boca. Esta vez no la tragó, fuimos al baño y ahí mismo la escupió en el lavatorio.
Todavía en pelotas, se agachó para lavarse la boca, entonces fue ahí cuando yo me puse atrás suyo aprovechando la situación, apoyando mi pija aún caliente y húmeda sobre su cola también caliente, y otra vez le manoteé el ganso. “Mejor acá porque no quiero ensuciar todavía las sábanas”, me dijo con voz suave, tras lo que pensé que se había olvidado la manera en que había frotado su pija húmeda contra las sábanas mientras me la montaba... La cosa es que la empecé a pajear con la derecha, detrás de ella. Ambos nos mirábamos en el espejo del baño que teníamos enfrente. Le corrí un poco el cuerpo hasta hacer embocar su pija sobre la bacha del lavatorio, le lamí el cuello de nuevo y entonces intensifiqué la paja. Su cara de doncella gozando, con el pelo rubio revuelto, los ojos entreabiertos y la boquita carnosa abierta y gimiendo no me la olvido más. Finalmente, pasó lo tan esperado por ambos. Sentí la conmoción de su pedazo caliente y erecto y manó de su tremenda verga un chorrazo de leche espesa, generosa, que fue seguido por otros chorritos y gotitas que cayeron durante un largo rato sobre la bacha de baño. No le solté la pija hasta que dejó de salir la última gota de leche. Sus gemidos de fiera en celo fueron tremendos. Ella bajó la cabeza, se agarró de los costados del lavatorio con ambas manos, exhausta y mareada, parecido a como me sentía yo en ese momento. Nos quedamos un instante quietos y en silencio. Al rato, y casi como acto reflejo, corté un pedazo de papel higiénico y le sequé la punta de la pija, tras lo cual subió la cabeza, me miró de costado y me sonrió cariñosamente.
Continuará…
Para continuar escribiendo, espero nuevamente la motivación que me brindan sus generosas visitas, puntos y por qué no, sus posibles aún más generosos comentarios y mensajes privados. Pueden acotar además si quieren qué parte o cuál de los relatos les calentó más, así conozco mejor sus gustos; mencionar fantasías con travas, experiencias y conjeturar cómo siguió esta historia.
Para quienes no leyeron la primera parte, acá está:
http://www.poringa.net/posts/relatos/1835689/Mi-relato-exp_-real-con-traviesa-trava-shemale-de-barrio_.html
Con la pija acabada y con restos de leche en la punta, miré a mi trava a los ojos fijamente pero exhausto y le murmuré “No podés…”. “Sí, puedo hermoso… y parece que te gustó!”, me dijo sonriendo como perra. “No me respondiste la pregunta todavía”, insistió, entonces le dije “ah, te diste cuenta que te miré por la ventana”. “Sí, pero seguís sin responder…”, agregó. No sabía qué decirle exactamente, porque si le decía que no le había visto la pija tal vez sabía que era mentira o iba a ser re cortamambo, o a la inversa, que iba a ser cortamambo saber que vi su tesoro antes de conocerla. Así que pensé “si le digo la verdad, que sí, si pregunta tanto que se banque la respuesta y vemos qué onda con esto”. “Ok, sí, te vi toda desnuda, no lo pude evitar, te jode?”, esgrimí como pude. “No hay drama, pero voy a tener que tener más cuidado con la ventana…”, se defendió. Se hizo un silencio, y acto seguido bajó la cabeza automáticamente, se miró el bulto y me miró fijo como queriéndome pedir algo o diciéndome “sorry, no lo pude evitar”, ja. No dudé y también bajé mi vista hacia su bulto, que no había mirado ni tocado mientras me hizo la paja, por lo que ya les conté. Noté que su pantaloncito de gimnasia azul que antes estaba totalmente liso ahora dejaba marcado un bulto considerable, y que terminaba en punta hacia abajo. Se ve que al parársele la pija, no la pudo contener más en el espacio en el que la había guardado, tal como yo pensé, ja.
Como yo había quedado muy turbado por esa paja feroz a la que me sometió, la tomé del brazo y la llevé conmigo a acostarse en su cama. Me sentí con muchas ganas de besarla, y eso hice por un largo rato. Mi pija ya estaba muerta y sin posibilidades de nada, pero igual sentí la necesidad de empezar a desnudarla. Comencé sacándole suavemente la remerita blanca que tenía puesta, y ella accedió en silencio mientras seguíamos besándonos. Quedaron a mi vista dos tetas de hermoso tamaño contenidas en un fino corpiño blanco. De pronto ella se soltó el pelo y su hermosa cabellera rubia cayó sobre sus hombros, para después deslizarse hacia su espalda. En ese momento me acerqué a su cuello y empecé a besarlo y lamerlo, mientras que con las manos le desabroché el corpiño. Puso cara de gato al quedar expuestas ante mí esas dos tetas perfectas, bien redondas, y con dos pezones rosados preciosos, de un tamaño armónico con su cuerpo y que parecían naturales incluso vistas de cerca. Las chupé con dulzura un buen rato. Era como chupar las tetas de cualquier mina que se haya operado; el que lo haya experimentado sabe a lo que me refiero.
Después de un largo y placentero momento mamándole las tetas, sentí que estaba para más, aunque mi pija seguía igual de muerta y vacía como me la había dejado hacía unos minutos. Fue ahí como ella, casi como un guiño pícaro, se tocó el bulto. Era evidente además que se le estaba parando cada vez más y ya no podía acomodarla para seguir manteniéndola contenida en ese pantaloncito de pendeja. Entonces me dije “ésta es la mía”. El pulso se me aceleró, mi corazón latía a mil por minuto y tomé coraje. Le metí un manotazo en la pija sin que me importase ya si le podía caer mal o qué. Sólo con el tacto, y mientras le seguía lamiendo el cuello y los hombros, sentí las dimensiones de una tremenda verga. En un segundo escabullí mi mano por adentro del pantalón para sentir esa carne. Necesitaba tocarla y se notó que ella necesitaba también sentirme ahí. Era un tronco duro y caliente que esperaba ser liberado. En realidad todo estaba caliente ahí abajo. Manoseé con ganas su verga, sus huevos, su piel, sus escasos pelos que pude sentir y su bombachita diminuta, que parecía de encaje. Me puse como loco. Nunca el sentido del tacto me había brindado tantas sensaciones a la vez nuevas y maravillosas. De una, le bajé todo lo que tenía puesto: pantaloncito y bombachita. En ese momento saltó como resorte una pija gigante que estaba al palo, algo colorada, caliente. Todo era como lo había intuido: bombachita diminuta blanca de encaje, esa tremenda verga que nada tenía que ver con el pito que le vi por la ventana, huevos pelados y un pubis con un fino bigote en sentido vertical que terminaba donde empezaba esa pija, como el que usan muchas veces las minas.
Ella se dejó hacer en todo momento, y en ese instante me miró como diciendo “Te gusta?”. Yo no dije nada tampoco. Les juro que sentí una extraña sensación de calentura, placer, nervios y miedo. Pero al mismo tiempo empecé a sentir que mi boca quería probar ese trozo de carne. Sin más dilaciones que la de su pija, me la mandé de una a la boca como pude. En ese instante se le soltó un gemido más propio de un macho que de una mina, jaja, pero inmediatamente después se corrigió y mandó gemiditos cortitos y agudos, como buena puta. Pero de verdad que lo estaba disfrutando. La pija no miente. Sentí como empezó a moverla para que entrara y saliera de mi boca rápido. Estaba caliente, húmedo y totalmente erecta. Era una pija de macho insaciable. Cuando en un momento abrí los ojos, vi como se mecían esa cadera y esa cola de abajo arriba y de arriba abajo para sentir el placer de mi pete salvaje. Con una mano trataba de frenarle un poco el movimiento para que no me metiera la pija hasta la garganta, porque como se movía como perra en celo y era bastante larga –más que la mía, debo confesar- a veces me entraba bastante al fondo y quería evitar la arcada, ja. Mirando solamente esa cadera moverse con esa pija enorme, aunque sin ni un solo pelo en su cuerpo más que el bigote del pubis, por un momento pensé que me estaba comiendo simplemente a un pibe, jaja, pero para convencerme de lo contrario subí la cabeza para mirarle la cara, y efectivamente vi que era una perra rubia con los ojos cerrados y la boca abierta gimiendo de placer como puta.
Empecé a alternar el pete con la paja a ella. Le encantaban ambas cosas. Por momentos también le acariciaba los huevitos con la otra mano y le tironeaba un poquito los pelos del pubis para excitarla aún más. No paraba de gemir, y en un instante me di cuenta de cómo se me había parado otra vez la pija. Pensé que iba a hacerla acabar ahí nomás como ella me había hecho acabar a mí, pero de pronto se ve que estaba tan caliente –o que tal vez también vio cómo se me había parado la pija- que empezó a susurrar repetidamente “Cola, cola”, hasta terminar diciendo “Please, haceme la cola!”. Se nota que no le bastaba a esa altura que jugara con su pija. Entonces me acordé de una de las poses de los videos porno que vi en Poringa de cómo los tipos se cogen a las travas. La puse de costado, de espaldas a mí, le levanté una de las piernas hasta que su culo quedara abierto, le mandé la pija al principio de a poco y rápidamente con una de mis manos manoteé su verga. “Así, así, ahora dame fuerte”, me dijo. Obediente como soy en esos casos, empecé ahora yo a mover mi cadera rápido para cogérmela bien fuerte, mientras que con la otra mano le hacía una no menos fuerte paja. Una sensación excitante, nueva, espectacular, que aprendí en ese preciso momento y a cuyo movimiento simultáneo me pude acostumbrar después de unos segundos. Fuerte con mi pija por su culo y fuerte con mi mano en su pija. Gemía y jadeaba como perra, casi a los gritos la hija de puta. Así le dimos un rato largo.
Después hicimos otras posiciones. Cuando la puse en cuatro noté lo dilatado que estaba su culo, y mientras le daba vi también cómo su pija se achicaba un toque por la cojida del culo, le colgaba la pija y por momentos cuando aflojaba sus rodillas caía rendida sobre la cama y yo le seguía dando frenéticamente, y de atrás veía cómo su pija quedaba abierta, apuntando hacia abajo, húmeda y frotándose contra las sábanas. Después yo fui el que transitoriamente se rindió y me acosté boca arriba sobre la cama. También es cierto que ahora la quería arriba mío, cogiendo de espaldas y de frente a mí. Cuando se me subió para garchar de espaldas, pude ver mejor su hermoso culo redondeado, trabajado en el gimnasio, perfecto. Su espalda era extensa, esbelta y era cubierta por esa cabellera rubia de ensueño, cuyos bucles desordenados saltaban al compás de la garchada. Después se dio vuelta y montó mirándome. Era obvio que ya no le importaba nada mostrarse en pelotas de frente, con la pija a medio parar que saltaba como loca mientras se movía. Le gustaba tanto coger así… Pero de pronto también ella necesitó saciar la demanda de su boca, entonces se corrió y fue directo a mi pija. Se la mandó en la boca de una y me la chupó un rato largo con muchas ganas, mientras vi que con una mano se frotaba alternativamente las tetas y con la otra se pajeaba la verga.
Yo pensé por un momento que mi pija no le iba a parecer gran cosa comparada con la chota de ella, pero nada que ver. Le encantaba peteármela y lo hacía muy bien, diría que demasiado bien… Empecé a sentir que mi pija otra vez estaba llena de leche y a la vez dispuesta a tirarla adonde sea en el momento más oportuno. Pero al mismo tiempo especulé que iba a ser la segunda vez que iba a acabar primero… Esas cosas que los hombres pensamos, ustedes saben. Pero al rato me convencí que a ella eso no sólo que no le importaba, sino que me estaba provocando, porque aumentó la intensidad del pete; cerró más la boca más, con lo que empezó a apretar más, lo hizo más rápido, y empezó a manosear dulcemente todo mi cuerpo con sus manos, hasta terminar acariciándome los huevos. No es que me quiera justificar, pero le daba fuerte, tenía la mirada perdida y al rato pasó lo que tenía que pasar. Mi segundo torrente de leche caliente saltó como la lava irrefrenable de un volcán pero dentro de su boca. Sentí que podía depositar en ella toda mi confianza masculina. Ella lanzó un largo gemido opaco mientras sentía mi leche bañando toda su boca. Esta vez no la tragó, fuimos al baño y ahí mismo la escupió en el lavatorio.
Todavía en pelotas, se agachó para lavarse la boca, entonces fue ahí cuando yo me puse atrás suyo aprovechando la situación, apoyando mi pija aún caliente y húmeda sobre su cola también caliente, y otra vez le manoteé el ganso. “Mejor acá porque no quiero ensuciar todavía las sábanas”, me dijo con voz suave, tras lo que pensé que se había olvidado la manera en que había frotado su pija húmeda contra las sábanas mientras me la montaba... La cosa es que la empecé a pajear con la derecha, detrás de ella. Ambos nos mirábamos en el espejo del baño que teníamos enfrente. Le corrí un poco el cuerpo hasta hacer embocar su pija sobre la bacha del lavatorio, le lamí el cuello de nuevo y entonces intensifiqué la paja. Su cara de doncella gozando, con el pelo rubio revuelto, los ojos entreabiertos y la boquita carnosa abierta y gimiendo no me la olvido más. Finalmente, pasó lo tan esperado por ambos. Sentí la conmoción de su pedazo caliente y erecto y manó de su tremenda verga un chorrazo de leche espesa, generosa, que fue seguido por otros chorritos y gotitas que cayeron durante un largo rato sobre la bacha de baño. No le solté la pija hasta que dejó de salir la última gota de leche. Sus gemidos de fiera en celo fueron tremendos. Ella bajó la cabeza, se agarró de los costados del lavatorio con ambas manos, exhausta y mareada, parecido a como me sentía yo en ese momento. Nos quedamos un instante quietos y en silencio. Al rato, y casi como acto reflejo, corté un pedazo de papel higiénico y le sequé la punta de la pija, tras lo cual subió la cabeza, me miró de costado y me sonrió cariñosamente.
Continuará…
12 comentarios - Segunda parte de mi relato de exp. real con trava de barrio
y por si fuera poco, me acabo de dar cuenta que te dejé mi comentario nº 1000!!! saludos!!!
Espero que algun dia publiques otro
Besos 😉
Por favor, no la dejes ahi!