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El macho ideal (relato)

Buenas! Hace mucho que soy usuario de Poringa pero nunca me animé a participar activamente y compartir experiencias propias. Me encanta y me calienta mucho leer relatos, especialmente los que son bien descriptivos, y no sé muy bien por qué ahora me decidí a contar algunas de mis experiencias. Lo que importa es que me animé y acá estoy. Advertencia: el relato es largo y no va a los bifes de entrada, así que si los aburre ya saben, no lo lean. Aunque espero que no los aburra y los caliente tanto como a mí me han calentado algunos de los que he encontrado acá en Poringa.
Hace unos cuantos meses terminé con una larga relación de pareja que, a decir verdad, estaba agotada hace bastante. A veces es muy difícil tomar la decisión de terminar algo por más que uno sepa que no da para más. Supongo que los años compartidos, el cariño que persiste aunque ya no haya amor (la verdad es que lo sigo queriendo como a pocas personas en el mundo) y el miedo a la soledad atentan contra cualquier decisión de separación.
Pero lo cierto es que la separación fue como una liberación y pasados unos meses de tristeza infinita y nulo deseo sexual, de repente empecé a querer voltearme cuanto tipo me calentara. Como soy bastante tímido en persona y me cuesta encarar una charla con un desconocido por más que me caliente hasta los huesos, decidí armarme un perfil en una página, método al que había recurrido muchos años atrás cuando empecé a “salir del closet” y con el que tantos encuentros placenteros (que más adelante iré contando) logré.
Rápidamente empecé a chatear con distintos tipos y me empecé a ver con uno bastante seguido. Pero había uno en especial que me calentaba tremendamente cuando nos veíamos por cámara. Morochón muy bonito con cara de turro, buen lomo pero no una escultura de gimnasio, tremendas gambas y una verga hermosa.
Durante un mes y medio pasamos madrugadas enteras chateando y viéndonos por cam, lamentando no poder encontrarnos porque ninguno de los dos tenía lugar. Hasta que un fin de semana pudimos concretar. Quedamos en encontrarnos en una esquina cerca de casa a las 5 de la tarde de un domingo y, si había onda al vernos, iríamos para mi departamento. No hizo falta decir más que “hola” y ya nos estábamos comiendo con las miradas. Era verdaderamente hermoso. Me había parecido hermoso por cámara desde el primer día que lo vi, pero a veces esas cosas engañan. No podía creer el macho que tenía ante mis ojos. Me prendí fuego inmediatamente y, según me confesó después, él también. Nos reímos y le dije “vamos a casa”. El trayecto parecía interminable, el ascensor parecía bajar en vez de subir. El corazón me latía a mil y mi cabeza no paraba. Quería comérmelo ahí mismo pero no me animé, las puertas del ascensor de mi edificio son de esas antiguas en tijera y se ve todo desde afuera. Lo único que quería era llegar, cerrar la puerta del departamento y entregarme a ese macho.
Una vez dentro de casa, todavía parados y totalmente vestidos, empezamos a besarnos con pasión animal. Sus tremendas manos empezaron a acariciarme la cabeza, la nuca, los hombros, la espalda y finalmente, amasar mis nalgas como si fueran dos bollos de masa para pizza. Yo no podía parar de recorrer su espalda con mis manos. Después de unos minutos de franela y transa frente a frente, todavía sin sacarnos nada de ropa, me dio vuelta y me apoyó el paquete. Empezó a besarme la nuca y con sus manos me amasaba los pectorales y la panza, hasta que llegó a mi verga que ya estaba al palo y bastante incómoda dentro de bóxers y jeans. Me dijo “uy como estás mi machito putito”, lo que me calentó aún más, metió sus manos primero por delante, me pajeó brevemente y las mandó para atrás. Sentir esas manos amasándome la cola era como estar en el cielo. La amasada continuaba acompañada de besos y sutiles mordiscos en la nuca y en el cuello. Cada tanto yo torcía la cara y nos comíamos la boca. En una de esas transadas aprovechó y se mandó con un dedo dentro de mi orto. Pegué un salto y un gemido que quedó atrapado dentro de su boca. Pasada la conmoción por la sorpresa del dedo, empecé a mover el orto como un desquiciado y a pedirle más. Se ensalivó un poco y esta vez arremetió con dos dedos. No paraba de decirme guarradas. Me parecía imposible que, con la calentura que ya tenía, pudiera calentarme cada vez más.
En un momento sacó sus dedos de mi orto y ahí me di vuelta, lo senté en el sofá que estaba detrás de él y me tiré encima. Con mis brazos sostenía los suyos extendidos y le comía la boca. Le desabroché la camisa y lentamente empecé a bajar, a besarle y mordisquearle el cuello, las axilas, los pectorales, la panza, hasta que llegué al pantalón. Empecé a amasarle el paquete así vestido como estaba, le bajé los pantalones y con la boca me abalancé sobre el bulto que se escondía debajo de su slip. Le mordisqueaba la verga apretada debajo del calzoncillo y con una mano le amasaba los huevos. Es algo que me fascina hacer y a él lo ponía loco. Hasta que no aguantó más y sacó la cabeza de la chota por el costado. Le di unos lengüetazos primero, unos besos después y finalmente me la fui tragando de a poco hasta llegar al fondo. Qué hermosa verga por Dios, estaba dura como el acero. Cómo gemía el guacho. Me pasé más de 10 minutos comiendo esa chota así, por el costado del slip, mientras me decía “sí mi putito hermoso, qué macho más putito sos, cómo te gusta la verga”. Después de un rato subí y empezamos a comernos la boca de nuevo. Se sacó el slip y los pantalones que tenía enredados en las piernas y me sacó a mí la remera, los pantalones y el bóxer. Quedamos totalmente en bolas por primera vez, nuestros cuerpos en contacto absoluto, nuestros pechos apretados uno contra el otro, nuestras panzas tocándose, nuestras vergas enhiestas y duras saludándose. Qué placer. Recorría con sus manos mi espalda y mis nalgas y yo con las mías sus brazos y sus muslos. Un calor flamígero recorría nuestros cuerpos y una hermosa sensación de electricidad acompañaba cada lugar que nos tocábamos. Estábamos sudando como cerdos a pesar de que el aire acondicionado estaba encendido y en 20°. Trepé un poco sobre su cuerpo para dejar que su verga quedara detrás de mí y volví a bajar hasta que la sentí sobre mi raja. Y empecé a refregarle el orto sobre la chota mientras le comía el cuello. El olor de su piel me enloquecía y sus gemidos, que se fueron transformando en gruñidos, más aún. Estuvimos otros 10 minutos en esa especie de cabalgata puertera desenfrenada, su verga apretada contra mi raja y cada tanto apuntando directamente a mi agujero.
En un momento paramos y me pidió si tenía algo fresco para tomar. Le ofrecí fernet con coca y aceptó. Preparé dos vasos bien cargados, mitad fernet mitad coca, y nos sentamos uno al lado del otro en el sofá a disfrutar de las bebidas y de nuestros cuerpos. Después de tomar unos tragos de mi vaso le empecé a comer la verga de nuevo, mientras él tomaba el suyo y se fumaba un cigarrillo. Ahora que estaba totalmente desnudo podía tragármela hasta los huevos y eso lo volvía loco. Alternaba entre su verga, el fernet y un cigarrillo que él me convidaba, para después volver a saborear ese manjar de carne. Una de las veces que volví a su chota, fui lamiendo el tronco desde la cabeza hasta la base, para terminar comiéndome esos huevos hermosos, primero uno, después el otro, después los dos juntos, mientras lo pajeaba con una mano. Bajé un poco con la boca y empecé a lamer y mordisquear su ingle. Empezó a retorcerse de placer y a gemir, dándome el ok para que continuara. Le lamí el perineo un largo rato, levanté sus piernas dejando su orto a mi disposición y me zambullí a disfrutar de ese agujero de macho, lamiéndolo y taladrándolo con la lengua mientras con mis manos recorría y amasaba sus piernas, unas hermosas gambas de futbolero.
Después volví a sentarme a su lado para terminar mi fernet, mientras nos fumábamos otro pucho entre los dos, cada uno prendido de la verga del otro pajeándonos. Qué hermoso macho, no podía parar de decírselo. Lo agarré de la mano y lo llevé a mi cuarto.
Se tiró en la cama boca arriba, con las manos detrás de la nuca y con la verga como un mástil. Me prendí otra vez de esa chota hermosa. Con sus manos fue acariciándome la espalda hasta llegar a mi raja y fue invitándome a girar mi cuerpo hasta que mi culo quedó sobre su cara. Empezó a besar mis nalgas, luego a morderlas, hasta que sentí su bigote y su chiva en mi agujero y casi me desmayo de placer. Después su lengua se fue abriendo paso para completar una mamada de orto espectacular. Pocas sensaciones son más placenteras para mí que tener una hermosa verga en la boca mientras una hermosa boca me come la cola. Y una de esas pocas sensaciones se aproximaba a medida que mi orto se dilataba y lubricaba. Había llegado el momento. Desquiciados los dos, el uno por el otro, nos miramos y el fuego de nuestros ojos bastó, no hizo falta decir nada. Saqué del cajón de la mesa de luz mi necessaire, le di un forro y agarré el pomo de lubricante. Ahora sí habló y me dijo “macho, ponete en cuatro, apoyá bien la panza sobre la cama y levantá el orto. Abrilo bien y mostrame cómo te ponés cremita mientras yo me pongo el forro”. Por Dios, me mató cuando me dijo eso. No dudé un segundo y lo hice, lubricándome el agujero con un dedo que entraba y salía mientras movía la pelvis de adelante hacia atrás y gemía. Una vez que se hubo puesto el forro, puse más lubricante en mis manos y le pajeé un ratito la verga para lubricarla también. Volví a la posición inicial, y sentí su cuerpo apoyándose suavemente sobre el mío, su boca mordiendo delicadamente mi nuca y su chota pidiendo permiso para iniciar un viaje mágico hacia mi interior. Cuando sentí su glande intentando romper barrera mi cuerpo se puso tenso, me tiré hacia adelante y me salió un “ay”. Me dijo “relajate, respirá hondo, papi te cuida”. Respiré hondo, una vez. “Eso, así mi macho putito”. Dos veces, tres veces. “Muy bien mi puto hermoso, así, respirá hondo”. Cuatro veces. Empecé a sentir algo inexplicable. “Muy bien papu, viste que papi no te iba a hacer daño”. Ya estaba toda adentro. Sin dolor, puro placer. Gloria a Dios en las alturas. Todo el peso de su cuerpo sobre el mío, su boca besándome y diciéndome las cosas más bonitas y más guarras, su verga entera dentro de mí. Despacito empezó a moverse, y yo con él. Suavemente me bombeaba, y yo lo acompañaba como si no quisiera que un centímetro de esa pija gloriosa se saliera de mí. Estuvimos así un rato bien largo, gozando, gimiendo, besándonos. Hasta que sus gemidos volvieron a convertirse en gruñidos, indicando que del bello y delicado macho estaba naciendo una bestia. Separó su cuerpo del mío y me dijo “levantá más el orto”. Obedecí. Y comenzó una embestida antológica. Perdí noción del tiempo y el espacio. Todo era placer.
En algún momento el ritmo fue reduciéndose y mi conciencia fue volviendo. Su cuerpo volvió a recostarse sobre el mío y su boca volvió a besar la mía. Cuando tuve control sobre mi cuerpo otra vez, hice fuerza hacia atrás clavándome en ese mástil lo más profundamente posible, empujé su cuerpo hacia el costado con todas mis fuerzas y quedamos en cucharita. Le dije “quedate quieto”. Obedeció. Y tomé yo las riendas. Empecé a moverme muy despacito. Suave, cojiendo esa pija hermosa, gimiendo. Él gozaba quieto, como una estatua. Yo disfrutaba de esa verga que hacía salir y entrar a mi gusto y placer con los movimientos de mi pelvis. Fui aumentando el ritmo de a poco hasta que otra vez perdí el control de la situación. Empezó a embestirme nuevamente y giró quedando los dos boca arriba, él debajo y yo encima. El ruido de su cuerpo golpeando contra el mío me enloquecía. Sus manos me apretaban los pectorales, la panza, estiraban mis pelos. Locura. “Culeame macho hermoso, rompeme bien el orto”. “Te gusta la pija macho putito”. Una escalada de guarradas acompañaba el frenesí. De repente empezó a moverse hacia el borde de la cama, llevándome con él ensartado como estaba. Bajó sus piernas, apoyó sus pies sobre el piso e incorporó su torso, sentándome a mí también. Me bombeó el orto una vez más, sentados como estábamos sobre el borde de la cama. Me bombeó con locura. Con sus manos apretaba cada parte de mi cuerpo, como si quisiera arrancarme la carne a pedazos. Y me mordía la nuca, la espalda, me daba vuelta la cabeza y me comía la boca.
Después de un rato nos volvió a llevar sobre la cama. Una vez que estuvimos otra vez recostados él abajo y yo de espaldas sobre él, me hizo girar ensartado hasta que quedé en posición opuesta. Entonces me levantó y quedé sentado sobre él, frente a frente. Sin sacarla en ningún momento fue dándonos vuelta hasta que quedé yo abajo y él arriba, siempre frente a frente. Y empezó la arremetida final. Sus gruñidos y mis gemidos ya se confundían. Nuestros cuerpos eran definitivamente uno. Mis piernas flexionadas y mis pies apoyados sobre sus pectorales dejaban mi orto por completo a merced de sus embestidas. Y de pronto mi cuerpo pareció entrar en un trance convulsivo. Y el de él junto con el mío. No sé cuánto tiempo duró ese momento de éxtasis, parecía eterno. Cada vez que lo recuerdo se me eriza la piel. Estuvimos un rato duros como piedras, pero a la vez temblando. Hasta que se desplomó sobre mí y quedamos así, relajados y ensartados, disfrutando de ese hermoso momento que seguía siendo orgásmico. De a poco su verga se fue relajando dentro de mi orto, hasta que sola se salió. Entonces me besó y me dijo “desde hoy sos mi macho putito, esta verga es tuya, te la ganaste”.

24 comentarios - El macho ideal (relato)

axelpass +1
muy buenoooo 🤤 🤤 🤤
pasate por el mio http://www.poringa.net/posts/gay/1571402/mi-inicio-gay_relato_-yapa-fotos-gay.html
ArmpitLover18 +1
Me calenteee muchooooooooooooo, al palo mal

Te pasas por el mioo?

http://www.poringa.net/posts/gay/2114317/Mis-pies-y-axilas-para-fetichistas-_18-anos_.html
sedesama +2
es conveniente hacer 2 o tres post... y vas contando de a poco y entre parrafo y parrafo dejar un espacio para descansar la vista y no perderse.
MoguelM
sedesama dijo:es conveniente hacer 2 o tres post... y vas contando de a poco y entre parrafo y parrafo dejar un espacio para descansar la vista y no perderse.


Si es Ciertooo hay momentoss en quee te marea las letrasss. Pero el relatoo estaa muyyy buenooo!!! 😃
sarasasa84
Buenísimo, da gusto (y calienta mucho) una historia bien contada. Van puntos.
argentomarte
muy bien escrito, me recalento. Me hubiese gustado estar en tu lugar y vivir tu experiencia. Excelente
theoutsider1969
Uy de la excitación, salió mal mi comentario pasado jajajaja... como sea, lindo relato me puso a mil. Necesito masturbarme ahora mismo 😉
marrnevilla +1
uno de los mejores relatos que leí por aquí!!! excelente!!!!
marrnevilla +1
ahi fueron los merecidos puntines, saludos!!!!
gonzapas20 +1
“desde hoy sos mi macho putito, esta verga es tuya, te la ganaste”. que lindo, muy buen relaro
jpcel
Gracias por los puntines!
vestidodemina
siii, como me gusta ganarme una buena verga, me encanto tu relato !!!
writter55 +1
Muy bueno tu relato, hasta se me paro leyendo y no suelo hacerlo jijiji, 2pts para vos!
jpcel
Gracias por comentar y por los puntos, me alegro que se te haya parado je!
EnTrampa2
Que relatoooo!!!! me pone al palo!!!
PochiiG
Sin palabrasss¡ Quede calienteeeeee^^eeeeee¡