Estaba sentado en el banco del parque, caliente pero aburrido, una de esas tardes tan calurosas como húmedas, agobiado por el calor, bebía un paso de los toros fijando la mirada al infinito, sin inmutarme delo que sucedía a mi rededor pasé no se cuanto tiempo, cerca de mí una pareja de pendejos flogger se tomaban de la mano, se arreglaban el pelo, se decían cosas al oído pero a pesar del acentuado porte amanerado de ambos no se animaban a besarse, mientras, detrás de ellos, una pareja hétero, entre los arbustos, habían experimentado la mitad de las posiciones del kamasutra sin importarles un pedo que alguien de los caminantes los pillara, empezó a caer el sol y empezó a poblarse el parque de toda clase de variedades humanas, exponentes de las diversas tribus urbanas tomaban su sitio a la espera de la penumbra para dar riendas sueltas a su desenfreno urbano, también se hicieron presentes los arbolitos que mercan toda clase de estimulantes. El parque quedó sin caminantes y los de raros atuendos se hicieron dueños del lugar. Sentí el aire enrarecido, la noche se hacía incierta y peligrosa así que hice lo propio, me incorporé y salí sin prisa del parque dirigiéndome hacia cualquier parte, a pesar de la noche el calor no amainaba. Fui a la parada de buses, subí en uno que me pondría en las inmediaciones de la zona roja principal donde vivo, 7mo piso con dos balcones a la calle de un edificio pequeño y viejo que se cae a pedazos pero que, a pesar de sus años da morada, a solitarios como yo y trabajadores del medio, es tranquilo porque de día sus ocupantes duermen y de noche no están porque salen a ganarse la renta y los caprichos.
Me senté en la hilera de doble asiento, hacia atrás, no me fije al lado de quien pero al instante me di cuenta que compartía asiento con uno de los floggers que estaban en el parque, un lindo flaco desteñido de no más de 20 años, totalmente ensimismado por la música de sus auriculares, sobre su regazo llevaba una mochila cargada, busqué en el bus pero no vi a su amigo, acababa de ubicarme cuando el chico se saca los auriculares y me pregunta el nombre del sitio por dónde íbamos pasando, le indique que no sabía pero si me decía en una de esas donde quería bajar, quizás lo podría ayudar, resultó que iba casi al mismo sitio donde yo también debía bajar, se lo hice saber y así empezamos a hablar de boludeces varias, me dijo que iba a un bar para una entrevista laboral, yo conocía el bar y su temática por lo tanto le pregunté si conocía el sitio y la onda que allí se curtía, me contestó que sí, acababa de confirmar que definitivamente era un chico gay, no pasó gran cosa hurgó algo en su mochila y de pasada me dio dos refriegues cerca de la entrepierna, ni se ruborizó ni se disculpó. Llegamos al sito, bajamos nos despedimos diciéndole que se cuidara que el barrio no gozaba de buena reputación, le indiqué donde vivía y lo invité sin demasiadas esperanzas a que me visite luego de su entrevista, no me dijo que si ni que no, apenas me dijo que debía esperar en la puerta a un amigo ya que había vacancia para 2. Nos despedimos así nomás reiterándole la invitación a un refresco en mi casa; llegué, me duché, abrí las puertas del balcón y con toalla liada al cuerpo me senté en un sofá a ver algo de tv.
Al rato alguien golpea mi puerta, no esperaba a nadie razón por la cual así como estaba me dirigí a la puerta para ver quién era por la mirilla, era el flogger con el mismo amigo de la plaza, estaba dicho, habría joda por lo tanto disculpándome por el atuendo abrí y los invité a pasar, me presentó al amigo, también un flacucho, lampiño, lindo y más blanco que la leche, percibí un aroma mezclado de yerba y perfume suave femenino, con mis 45 años no tenía mucho tiempo que perder, mi subconsciente ya había elaborado la escena y detrás de la toalla empezaba a dar muestras de vida mi miembro en semi erección, me acerqué al chico del bus como para decirle algo al oído pero sin más le metí casi toda la lengua, respondió con una sonrisa y una caricia en mi mejilla, lo tomé con mis brazos, lo atraje hacia mí y le enterré mi lengua hasta la garganta mientras su amigo miraba la calles desde el balcón.
Dejé caer la toalla y el sin dejar de besarme empezó a desprenderse los cuatro cintos que adornaban su cintura, nos soltamos y apresuradamente se puso en bolas, casi muero cuando descubro que llevaba un piercing en el pezón y otro entre las bolas, tenía un par de tatuajes en la espalda y otro tanto en el pecho y la ingle. Lo empujé al sofá sin importarme lo que hacía el amigo que a esas alturas ya descubrió lo que iría a suceder pero haciéndose del tonto seguía en el balcón, enterré mi cara entre sus piernas, estaba totalmente depilado dando así una mayor impresión de la belleza y tamaño de su miembro. Hambriento me dejé llevar por el cautivante aroma de pelotas de macho y sudor de entrepiernas que invadía el ambiente, literalmente lo lavé con mi saliva, el baño de gato solo era interrumpido por sus gemidos y calientes besos que nos prodigábamos, a esas alturas el amigo había dejado el balcón estaba parado a mi izquierda con el miembro entre manos dando inicio una paja en cámara lenta, le bajé los pantalones, volví a deleitarme con los mismos aromas y sabores mientras los amigos se fundían en un tórrido beso de lenguas.
Me acosté en el piso junto al sofá y ambos me devolvieron las atenciones, al mismo tiempo uno se tragaba mis pelotas y el otro introducía su lengua en mi ya dilatado agujero, uno de ellos se incorpora y se para justo sobre mi cara, se agacha lentamente hasta hacer encajar su culo en mi boca y sus pelotas a cada lado de mi nariz, lo chupo con ganas, le meto la lengua, los dedos, sin avisar por la calentura, me introduce su pija hasta la garganta y casi sin moverse derrama dentro de mi cavidad bucal como medio litro de sabroso semen, se acomoda luego y nos fundimos en un beso donde compartimos la leche que acababa de derramar, su actitud hizo que también me viniera en la boca del otro chico, quien vino hacia nosotros y también compartió con su amigo mis líquidos, quedé muerto pero empalmado, los pendejos aún más, uno de ellos se puso boca arriba y me invitó a que me subiera sobre él, no dudé y de una sentada me introduje en el culo casi 22 cm de carne caliente y dura como hierro, lanzaba alaridos de placer que fueron callados a pura pija ya que el otro pendejo enterró en mi boca hasta sus pelotas, copiosamente nos vinimos casi al mismo tiempo, esta vez me atraganté con toda la leche que tenía dentro de la boca, apenas debieron conformarse con las pocas gotas que escaparon fuera, sedientos de leche, se fueron hacia mi culo y a lengüetazos ininterrumpidos extrajeron lo que hace un rato habían depositado dentro del hoyo.
Antes que fueran al aseo me incorporé y como estaban abrazados les oriné encima, los muy putos bebieron lo más que pudieron y se desparramaron todo el excedente por el cuerpo, les invité a que hicieran lo mismo, así nos bañamos en medio de nuestro orines los tres absolutamente saciados, antes de bañarnos ambos me penetraron y acabaron rompiendo lo poco que de culo aún me quedaba, la sensación de acomodar dos pijas en mi culo en medio de besos ardientes, aromas y fluidos entremezclados hizo me viniera una vez más. Habían pasado más de tres horas, la noche ya era madrugada, la noche demasiado peligrosa por lo tanto se quedaron a pasar lo que quedaba de ella conmigo, al despertarnos volvimos a coger como locos pero esa es otra historia.
Me senté en la hilera de doble asiento, hacia atrás, no me fije al lado de quien pero al instante me di cuenta que compartía asiento con uno de los floggers que estaban en el parque, un lindo flaco desteñido de no más de 20 años, totalmente ensimismado por la música de sus auriculares, sobre su regazo llevaba una mochila cargada, busqué en el bus pero no vi a su amigo, acababa de ubicarme cuando el chico se saca los auriculares y me pregunta el nombre del sitio por dónde íbamos pasando, le indique que no sabía pero si me decía en una de esas donde quería bajar, quizás lo podría ayudar, resultó que iba casi al mismo sitio donde yo también debía bajar, se lo hice saber y así empezamos a hablar de boludeces varias, me dijo que iba a un bar para una entrevista laboral, yo conocía el bar y su temática por lo tanto le pregunté si conocía el sitio y la onda que allí se curtía, me contestó que sí, acababa de confirmar que definitivamente era un chico gay, no pasó gran cosa hurgó algo en su mochila y de pasada me dio dos refriegues cerca de la entrepierna, ni se ruborizó ni se disculpó. Llegamos al sito, bajamos nos despedimos diciéndole que se cuidara que el barrio no gozaba de buena reputación, le indiqué donde vivía y lo invité sin demasiadas esperanzas a que me visite luego de su entrevista, no me dijo que si ni que no, apenas me dijo que debía esperar en la puerta a un amigo ya que había vacancia para 2. Nos despedimos así nomás reiterándole la invitación a un refresco en mi casa; llegué, me duché, abrí las puertas del balcón y con toalla liada al cuerpo me senté en un sofá a ver algo de tv.
Al rato alguien golpea mi puerta, no esperaba a nadie razón por la cual así como estaba me dirigí a la puerta para ver quién era por la mirilla, era el flogger con el mismo amigo de la plaza, estaba dicho, habría joda por lo tanto disculpándome por el atuendo abrí y los invité a pasar, me presentó al amigo, también un flacucho, lampiño, lindo y más blanco que la leche, percibí un aroma mezclado de yerba y perfume suave femenino, con mis 45 años no tenía mucho tiempo que perder, mi subconsciente ya había elaborado la escena y detrás de la toalla empezaba a dar muestras de vida mi miembro en semi erección, me acerqué al chico del bus como para decirle algo al oído pero sin más le metí casi toda la lengua, respondió con una sonrisa y una caricia en mi mejilla, lo tomé con mis brazos, lo atraje hacia mí y le enterré mi lengua hasta la garganta mientras su amigo miraba la calles desde el balcón.
Dejé caer la toalla y el sin dejar de besarme empezó a desprenderse los cuatro cintos que adornaban su cintura, nos soltamos y apresuradamente se puso en bolas, casi muero cuando descubro que llevaba un piercing en el pezón y otro entre las bolas, tenía un par de tatuajes en la espalda y otro tanto en el pecho y la ingle. Lo empujé al sofá sin importarme lo que hacía el amigo que a esas alturas ya descubrió lo que iría a suceder pero haciéndose del tonto seguía en el balcón, enterré mi cara entre sus piernas, estaba totalmente depilado dando así una mayor impresión de la belleza y tamaño de su miembro. Hambriento me dejé llevar por el cautivante aroma de pelotas de macho y sudor de entrepiernas que invadía el ambiente, literalmente lo lavé con mi saliva, el baño de gato solo era interrumpido por sus gemidos y calientes besos que nos prodigábamos, a esas alturas el amigo había dejado el balcón estaba parado a mi izquierda con el miembro entre manos dando inicio una paja en cámara lenta, le bajé los pantalones, volví a deleitarme con los mismos aromas y sabores mientras los amigos se fundían en un tórrido beso de lenguas.
Me acosté en el piso junto al sofá y ambos me devolvieron las atenciones, al mismo tiempo uno se tragaba mis pelotas y el otro introducía su lengua en mi ya dilatado agujero, uno de ellos se incorpora y se para justo sobre mi cara, se agacha lentamente hasta hacer encajar su culo en mi boca y sus pelotas a cada lado de mi nariz, lo chupo con ganas, le meto la lengua, los dedos, sin avisar por la calentura, me introduce su pija hasta la garganta y casi sin moverse derrama dentro de mi cavidad bucal como medio litro de sabroso semen, se acomoda luego y nos fundimos en un beso donde compartimos la leche que acababa de derramar, su actitud hizo que también me viniera en la boca del otro chico, quien vino hacia nosotros y también compartió con su amigo mis líquidos, quedé muerto pero empalmado, los pendejos aún más, uno de ellos se puso boca arriba y me invitó a que me subiera sobre él, no dudé y de una sentada me introduje en el culo casi 22 cm de carne caliente y dura como hierro, lanzaba alaridos de placer que fueron callados a pura pija ya que el otro pendejo enterró en mi boca hasta sus pelotas, copiosamente nos vinimos casi al mismo tiempo, esta vez me atraganté con toda la leche que tenía dentro de la boca, apenas debieron conformarse con las pocas gotas que escaparon fuera, sedientos de leche, se fueron hacia mi culo y a lengüetazos ininterrumpidos extrajeron lo que hace un rato habían depositado dentro del hoyo.
Antes que fueran al aseo me incorporé y como estaban abrazados les oriné encima, los muy putos bebieron lo más que pudieron y se desparramaron todo el excedente por el cuerpo, les invité a que hicieran lo mismo, así nos bañamos en medio de nuestro orines los tres absolutamente saciados, antes de bañarnos ambos me penetraron y acabaron rompiendo lo poco que de culo aún me quedaba, la sensación de acomodar dos pijas en mi culo en medio de besos ardientes, aromas y fluidos entremezclados hizo me viniera una vez más. Habían pasado más de tres horas, la noche ya era madrugada, la noche demasiado peligrosa por lo tanto se quedaron a pasar lo que quedaba de ella conmigo, al despertarnos volvimos a coger como locos pero esa es otra historia.
1 comentarios - Crónicas de ciudad