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Sorprendente I

Lo evidente era que ambos necesitaban demostrarse algo mutuamente.
Y en el medio estaba yo. No tanto para gozar el sexo de a tres, sino haciéndoles el favor que ellos esperaban para no romper: no se enamorarían de un tercero, aún cuando se sintiesen terriblemente atraídos por ese tercero.
El contacto lo hizo -luego lo sabría- el más “masculino” de los dos. No era un hombre que me atrapaba demasiado, pero la situación me entusiasmaba. Quería conocer al otro y “ver qué onda”.
Supuse que algo sucedería pues lo notaba enganchado conmigo, lo cual me daba espacio para ser yo quién tomara la decisión final.
Subimos al tercer piso y entramos.
Su pareja estaba en la cocina. Era un lindo tipo: más bien rubio, de tez clara y un poco más joven que el que hizo el contacto. Ambos discretamente más grandes que yo en tamaño y edad.
Nos saludamos con un beso e instantáneamente sentí en la piel que algo pasaría.
Si bien no me excitan los hombres afeminados, éste me parecía excitante.
Cada palabra, cada gesto, sus modos de mirarme... era muy femenino. Pero era un lindo tipo.
Sentí una gran contradicción como nunca antes.
No me animaba a preguntar abiertamente si eran activos ambos o si les daba lo mismo el tema roles. Yo siempre me ubiqué en el rol del pasivo, incluso en la cama de tres.
Por un momento sentí que debía competir con alguien para conquistar un hombre que, en este caso, no me resultaba atractivo.
Esa vez me gustaba el afeminado y yo no quería ser activo.
En el fondo era un prejuicio mío: el afeminado es pasivo y el masculino no.
¡Cuántos rollos!
No lograba hilvanar una conversación porque mi único tema era ése.
Estaba distraído. O preocupado.
Mi deseo era ser el pasivo de dos hombres activos.
El rubio tomó la iniciativa y me pidió que me relajara. Claro, estaba muy contracturado a esa altura de los acontecimientos.
El que hizo el contacto, el primer hombre que conocí de los dos, se me acercó por detrás y me masajeó el cuello y los hombros. Lo hizo muy bien.
Allí comenzó a suceder lo que realmente quiero contar.
Entraron imprevistamente por la ventana de la cocina esos dos hombres que nos sorprendieron al borde del infarto.
Y allí comenzó todo.

continúa

2 comentarios - Sorprendente I

betolopi
No entiendo nada, siento que me perdi un capitulo.

Si se trata de la continuacion de un relato, avisa.
fitingo
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