http://www.poringa.net/posts/gay/1172784/mi-pija:se-las-presento___.htmlTaxista tenía que ser
Hace algunos días salí tarde del trabajo, el transporte público había dejado de funcionar y no traía más que un billete de 50 pesos en la cartera, y un taxi a esas horas hasta mi casa seguro me cobraría el triple. Sin embargo, recordé que sobre Av. Corrientes pasan microbuses las 24 horas, así que con suerte un taxi podría llevarme hasta esa avenida con lo que tenía. Así que le hice la parada a varios pero me dijeron que con eso no me alcanzaba, pensé que tendría que arriesgarme a caminar por una zona peligrosa pero entonces un taxista de los que me habían hecho la parada volvió a pasar y se me acercó.
- ¿De veras nada mas traes 50 pesos,? – me preguntó.
- De verdad, no pensé que fuera a necesitar mas pero ya ves… dale, haceme la gauchada y acércame a Corrientes – le pedí casi en tono de súplica.
- súbite , me caiste bien y te voy a echar la mano – me dijo y sin dudarlo abordé el taxi.
Ya adentro me dí cuenta que el taxista no era tan mal parecido, debía tener unos 25 años cuando mucho, usaba una camiseta y unas bermudas, estábamos en diciembre y el calor en la ciudad iba en aumento, por lo cual su indumentaria no se me hizo extraña, lo que sí me llamó mucho la atención fue el paquete que traía al frente de la bermuda.
- Vaya que está haciendo calor, al menos tienes la ventaja de poder andar así, en cambio en la oficina nos obligan a ir de traje – le dije para iniciar una charla.
- Sí, está haciendo mucho calor, pero no te creas, tiene sus ventajas – me dijo sonriendo.
- ¿A poco sí? Pues Yo no se las veo – le respondí.
- Pues sí, por ejemplo las minas andan con ropita mas ligera – me miró por el retrovisor y añadió – hoy he levantado a dos en faldita y me han enseñado los muslos y hasta los calzones jejeje.
- Bueno, en eso sí tienes razón, en la oficina llevan blusitas de tirantes y hay que ver lo ricas que se les ven las tetas – le respondí y le pregunté - ¿y que haces para contenerte viendo tanta piel?
- Pues nada, hay veces que a uno le dan entrada y me las llevo a un hotelito, pero por lo general son más apretadas, ya sabes, enseñan pero no aflojan – me dijo.
- ¿Y que haces en esos casos? – insistí en la pregunta viendo como el bulto al frente de su bermuda se hacía mas evidente.
- Pues nada, me aguanto y ando con la verga parada hasta llegar a casa y ahí mi mujer es la que la goza jejeje – dijo nuevamente sonriendo pero apretándose el paquete.
- Por lo que veo hoy fue uno de esos días, ¿verdad? – le dije dirigiendo mi mirada de manera evidente hacia el bulto.
- Pues quien sabe, el día apenas va comenzando ¿o no? – me respondió volviendo a acariciarse el paquetote, perfilando mejor su verga y añadió señalando al frente – mira, ya llegamos a Corrientes, pero me caiste bien y te voy a llevar hasta tu casa, decime para donde vamos
- hacia AV. San juan, todo derecho – le dije y añadí – che, muchas gracias, no sé como agradecértelo.
- ¿A poco no se te ocurre ninguna manera? – me dijo y metió su mano bajo la bermuda para acariciar descaradamente su verga, era un ofrecimiento bastante agradable y hacía varios meses que no disfrutaba de los placeres homosexuales.
- Sí, se me ocurre una, pero necesitaríamos ir a un lugar más íntimo – le respondí mientras extendía mi mano y comenzaba a acariciar su paquete.
- Podemos hacerlo en tu casa ¿no? – me preguntó mientras aceleraba.
- Es que mi esposa está en casa y podría enojarse ¿no lo crees? – le dije sonriendo mientras mi mano ya estaba hurgando dentro de la bermuda, el turro no traía calzones y pude sentir su pene tibio y semierecto.
- Lo sabía, estás casado, me encantan los machos… vas a ver que bien lo vamos a pasar, mi rey – y tomó una desviación hacia la zona hotelera de constitucion y en unos minutos ya estábamos entrando a un hotel.
Entramos y de inmediato lo saludaron un par de pibes que le indicaron en dónde estacionar el coche. Se veía que era un asiduo visitante de ese lugar, porque de inmediato uno de ellos nos condujo a una habitación y sonriendo me dio un paquete de forros junto con un tubo de lubricante anal.
- bue ya estamos aca – le dije en cuanto cerró la puerta.
- Mira lo que te vas a comer – me respondió y se saco la bermuda.
-Verlo de pie con esa tremenda verga colgando entre sus piernas me hizo agradecerle mentalmente al chabon que nos llevó el lubricante. Nunca había visto una verga mas grande que esa y eso que aún no estaba bien parada. Así que no perdí tiempo y de inmediato me comencé a desnudar dándole la espalda al final para que viera mis nalguitas al momento de despojarme del calzon.
- ¿Y a ti te gusta lo que ves? – le pregunté pero su respuesta fue lanzarse sobre mi.
Las palabras sobraban, comenzamos a revolcarnos en la cama. Sus labios buscaron los míos y cuando los encontraron se me erizó la piel. Su lengua se enroscó con la mía. Me sentí en las nubes, jamás en mi vida me había besado un hombre. Me sentí extraño, en mis anteriores experiencias homosexuales sólo hubo sexo oral y en las dos ocasiones que hubo penetración sólo me bajaron los calzones y me la dejaron ir hasta venirse, pero este macho no despegaba sus labios de los míos mientras su vergota se restregaba contra la mía y sus manos recorrían todo mi cuerpo. Era todo un experto. Cuando me colocó boca abajo y me separó las piernas le supliqué que me la metiera, pero en lugar de sentir su verga, sentí su lengua. El puro contacto de la lengua en mi culito me hizo estremecer y no me pude contener, mi verga comenzó a arrojar la leche sobre las sábanas.
No lo podía creer, me estaba haciendo lo que tantas veces le había hecho yo a mi mujer. Después de su lengua fueron sus dedos los que invadieron mi pequeño agujerito, estaban algo fríos y comprendí que me estaba lubricando poco a poco.
- ¿Estás listo? – me preguntó y yo sólo gemí levantando mis nalgas – bueno, ahora sí vas a saber lo que es un hombre.
La sensación de aquella enorme cabezota de su verga presionando contra mi culito era deliciosa. Yo me relajé al máximo porque sabía el grueso calibre que tenía, pero aún así era difícil conseguir que entrara.
- Sé firme, papito, yo me aguanto – le dije y él lo hizo, me afianzó bien y me la empujó con fuerza – ah… ya entró.
Por fin lo había conseguido, al menos la cabezota estaba dentro de mi. Él me lo dejó unos segundos ahí y me lo sacó. Yo iba a protestar pero él volvió a meterme la cabezota haciéndome gemir. Repitió ese mete y saca varias veces hasta que comenzó a avanzar poco a poco. Ese era un hombre de verdad. Mi culito fue recibiendo aquel robusto miembro sin protestar y en unos minutos el ritmo se había vuelto vigoroso, su cuerpo chocaba contra mis nalgas una y otra vez hasta que en un embate profundo sentí como respingaba aquella verga en mis entrañas, sentí como me bañaba el culo con su leche, hasta ese momento pensé en los condones pero no me importaba, ese macho me había hecho vibrar como nunca y ahora me abrazaba dejándome su verga dentro del culo.
- ¡Qué culito tan sabroso tienes! – me dijo mientras mordisqueba mi oreja y me preguntó – Nunca me había cogido a un machito virgen… ¿eras virgen verdad?
- No, papi, no fuiste el primero, pero con esa vergota que tenes seguro que todos los agujeros parecen nuevos para vos – le dije dándole un apretón a su verga con mis nalgas.
- Para que te digo que no si es la pura verdad – y al decir eso me la sacó y añadió - ¿no quieres darle una mamadita?
Nos miramos y busqué sus labios. Comencé a recorrer todo su cuerpo, fui bajando poco a poco hasta llegar a ese preciado tesoro. Era sin duda alguna un superdotado, lo sujeté con mis manos desde la base y sobresalía casi una tercera parte. Cuando lo metí en mi boca casi me ahogo, estaba bien gorda. Pero comencé a mamárselo con gran cuidado. Lamí sus huevos y en poco tiempo estaba completamente erecta y lista. Así que sin preguntar, me coloqué a horcajadas sobre él y yo solito me la fui clavando.
- Ay papito, la tenes bien grande mmmm – le dije en cuanto la sentí completamente dentro de mi.
- Así me gustan los hombres, aguantadores – y al decir esto me tiro hacia él.
Ahí estaba yo besando al taxista mientras su vergota entraba y salía de mi culo al ritmo que le imponían mis caderas. Esa lengua se enroscaba en la mía y me hacía sentir en las nubes. El meneo de mis nalgas era semilento, quería gozarlo lo más posible pero él comenzó a impulsar su verga hacia arriba y comencé a corresponderle. El ritmo era delicioso y de nuevo ocurrió, me volvió a llenar el culo de leche.
- Bueno, no quisiera que esto terminara, pero mi mujer ya debe estar preocupada – le dije zafándome de su delicioso pene para vestirme de inmediato.
- Ni hablar, tenes razón, hay que volver – me dijo pero palmeándome las nalgas añadió – pero mañana repetimos ¿no?
Salimos del hotel y me llevó a casa. Todo el camino fuimos hablando de lo bueno que había sido nuestro encuentro. Y al llegar a mi casa me despedí de él con un tremendo beso en los labios y un par de lamidas a su pene. Quedamos de vernos al día siguiente.
En cuanto entré a la casa me di cuenta de la tremenda erección que me había provocado la despedida del taxista. Además fue hasta ese momento que caí en la cuenta de que mi culito aún traía la leche de ese macho. Así que traté de no hacer ruido y meterme al baño, pero mi mujer se levantó de inmediato.
- Mi amor, debes venir muy cansado… no deberías quedarte tan tarde en el trabajo – me dijo ella aproximándose a mi con la cadencia sus caderas que tanto me excitaba y vistiendo sólo una minúscula tanga.
- Lo sé, pero es necesario… sabes, vengo algo acalorado y quisiera darme un baño – le dije mientras ella me besaba.
- Yo también tengo calor – me dijo mientras me sacaba la ropa.
No lo podía creer hacía apenas unos minutos tenía en mi boca los labios del taxista y ahora tenía los de mi mujer. La excitación que traía me hizo reaccionar como lo hubiera hecho cualquiera. Le arranque el calzon a mi mujer y la acomodé contra la pared, busqué entre sus nalgas el agujerito que tantas veces me había dado y comencé a chuparlo justo como el taxista me lo había hecho.
- Ah mi amor… que rico… ahh – gemía ella mientras que mis dedos hurgaban en su vagina.
Me la llevé a la cama y colocándola en cuatro le separé las piernas al máximo y la penetré por la concha. Se la metí de un solo golpe y comencé a bombearla mientras que mis pulgares se clavaban en su culito. Ambos estábamos gozando a tope, pero yo quería hacerla gozar justo como me habían hecho gozar a mi, así que saqué mi verga de su coño y se la comencé a meter por el culo. Me la cogí como hacía tiempo que no lo hacía y le llené el culo de leche justo como el taxista había hecho conmigo.[/
ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO, :roll: 😉 😃
Mis otros posts:
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http://www.poringa.net/posts/gay/1164479/Mi-historia-con-el-taxista-parte-2.html
http://www.poringa.net/posts/gay/1152066/fotos-buenos-machos-con-buenas-pijas.html
Hace algunos días salí tarde del trabajo, el transporte público había dejado de funcionar y no traía más que un billete de 50 pesos en la cartera, y un taxi a esas horas hasta mi casa seguro me cobraría el triple. Sin embargo, recordé que sobre Av. Corrientes pasan microbuses las 24 horas, así que con suerte un taxi podría llevarme hasta esa avenida con lo que tenía. Así que le hice la parada a varios pero me dijeron que con eso no me alcanzaba, pensé que tendría que arriesgarme a caminar por una zona peligrosa pero entonces un taxista de los que me habían hecho la parada volvió a pasar y se me acercó.
- ¿De veras nada mas traes 50 pesos,? – me preguntó.
- De verdad, no pensé que fuera a necesitar mas pero ya ves… dale, haceme la gauchada y acércame a Corrientes – le pedí casi en tono de súplica.
- súbite , me caiste bien y te voy a echar la mano – me dijo y sin dudarlo abordé el taxi.
Ya adentro me dí cuenta que el taxista no era tan mal parecido, debía tener unos 25 años cuando mucho, usaba una camiseta y unas bermudas, estábamos en diciembre y el calor en la ciudad iba en aumento, por lo cual su indumentaria no se me hizo extraña, lo que sí me llamó mucho la atención fue el paquete que traía al frente de la bermuda.
- Vaya que está haciendo calor, al menos tienes la ventaja de poder andar así, en cambio en la oficina nos obligan a ir de traje – le dije para iniciar una charla.
- Sí, está haciendo mucho calor, pero no te creas, tiene sus ventajas – me dijo sonriendo.
- ¿A poco sí? Pues Yo no se las veo – le respondí.
- Pues sí, por ejemplo las minas andan con ropita mas ligera – me miró por el retrovisor y añadió – hoy he levantado a dos en faldita y me han enseñado los muslos y hasta los calzones jejeje.
- Bueno, en eso sí tienes razón, en la oficina llevan blusitas de tirantes y hay que ver lo ricas que se les ven las tetas – le respondí y le pregunté - ¿y que haces para contenerte viendo tanta piel?
- Pues nada, hay veces que a uno le dan entrada y me las llevo a un hotelito, pero por lo general son más apretadas, ya sabes, enseñan pero no aflojan – me dijo.
- ¿Y que haces en esos casos? – insistí en la pregunta viendo como el bulto al frente de su bermuda se hacía mas evidente.
- Pues nada, me aguanto y ando con la verga parada hasta llegar a casa y ahí mi mujer es la que la goza jejeje – dijo nuevamente sonriendo pero apretándose el paquete.
- Por lo que veo hoy fue uno de esos días, ¿verdad? – le dije dirigiendo mi mirada de manera evidente hacia el bulto.
- Pues quien sabe, el día apenas va comenzando ¿o no? – me respondió volviendo a acariciarse el paquetote, perfilando mejor su verga y añadió señalando al frente – mira, ya llegamos a Corrientes, pero me caiste bien y te voy a llevar hasta tu casa, decime para donde vamos
- hacia AV. San juan, todo derecho – le dije y añadí – che, muchas gracias, no sé como agradecértelo.
- ¿A poco no se te ocurre ninguna manera? – me dijo y metió su mano bajo la bermuda para acariciar descaradamente su verga, era un ofrecimiento bastante agradable y hacía varios meses que no disfrutaba de los placeres homosexuales.
- Sí, se me ocurre una, pero necesitaríamos ir a un lugar más íntimo – le respondí mientras extendía mi mano y comenzaba a acariciar su paquete.
- Podemos hacerlo en tu casa ¿no? – me preguntó mientras aceleraba.
- Es que mi esposa está en casa y podría enojarse ¿no lo crees? – le dije sonriendo mientras mi mano ya estaba hurgando dentro de la bermuda, el turro no traía calzones y pude sentir su pene tibio y semierecto.
- Lo sabía, estás casado, me encantan los machos… vas a ver que bien lo vamos a pasar, mi rey – y tomó una desviación hacia la zona hotelera de constitucion y en unos minutos ya estábamos entrando a un hotel.
Entramos y de inmediato lo saludaron un par de pibes que le indicaron en dónde estacionar el coche. Se veía que era un asiduo visitante de ese lugar, porque de inmediato uno de ellos nos condujo a una habitación y sonriendo me dio un paquete de forros junto con un tubo de lubricante anal.
- bue ya estamos aca – le dije en cuanto cerró la puerta.
- Mira lo que te vas a comer – me respondió y se saco la bermuda.
-Verlo de pie con esa tremenda verga colgando entre sus piernas me hizo agradecerle mentalmente al chabon que nos llevó el lubricante. Nunca había visto una verga mas grande que esa y eso que aún no estaba bien parada. Así que no perdí tiempo y de inmediato me comencé a desnudar dándole la espalda al final para que viera mis nalguitas al momento de despojarme del calzon.
- ¿Y a ti te gusta lo que ves? – le pregunté pero su respuesta fue lanzarse sobre mi.
Las palabras sobraban, comenzamos a revolcarnos en la cama. Sus labios buscaron los míos y cuando los encontraron se me erizó la piel. Su lengua se enroscó con la mía. Me sentí en las nubes, jamás en mi vida me había besado un hombre. Me sentí extraño, en mis anteriores experiencias homosexuales sólo hubo sexo oral y en las dos ocasiones que hubo penetración sólo me bajaron los calzones y me la dejaron ir hasta venirse, pero este macho no despegaba sus labios de los míos mientras su vergota se restregaba contra la mía y sus manos recorrían todo mi cuerpo. Era todo un experto. Cuando me colocó boca abajo y me separó las piernas le supliqué que me la metiera, pero en lugar de sentir su verga, sentí su lengua. El puro contacto de la lengua en mi culito me hizo estremecer y no me pude contener, mi verga comenzó a arrojar la leche sobre las sábanas.
No lo podía creer, me estaba haciendo lo que tantas veces le había hecho yo a mi mujer. Después de su lengua fueron sus dedos los que invadieron mi pequeño agujerito, estaban algo fríos y comprendí que me estaba lubricando poco a poco.
- ¿Estás listo? – me preguntó y yo sólo gemí levantando mis nalgas – bueno, ahora sí vas a saber lo que es un hombre.
La sensación de aquella enorme cabezota de su verga presionando contra mi culito era deliciosa. Yo me relajé al máximo porque sabía el grueso calibre que tenía, pero aún así era difícil conseguir que entrara.
- Sé firme, papito, yo me aguanto – le dije y él lo hizo, me afianzó bien y me la empujó con fuerza – ah… ya entró.
Por fin lo había conseguido, al menos la cabezota estaba dentro de mi. Él me lo dejó unos segundos ahí y me lo sacó. Yo iba a protestar pero él volvió a meterme la cabezota haciéndome gemir. Repitió ese mete y saca varias veces hasta que comenzó a avanzar poco a poco. Ese era un hombre de verdad. Mi culito fue recibiendo aquel robusto miembro sin protestar y en unos minutos el ritmo se había vuelto vigoroso, su cuerpo chocaba contra mis nalgas una y otra vez hasta que en un embate profundo sentí como respingaba aquella verga en mis entrañas, sentí como me bañaba el culo con su leche, hasta ese momento pensé en los condones pero no me importaba, ese macho me había hecho vibrar como nunca y ahora me abrazaba dejándome su verga dentro del culo.
- ¡Qué culito tan sabroso tienes! – me dijo mientras mordisqueba mi oreja y me preguntó – Nunca me había cogido a un machito virgen… ¿eras virgen verdad?
- No, papi, no fuiste el primero, pero con esa vergota que tenes seguro que todos los agujeros parecen nuevos para vos – le dije dándole un apretón a su verga con mis nalgas.
- Para que te digo que no si es la pura verdad – y al decir eso me la sacó y añadió - ¿no quieres darle una mamadita?
Nos miramos y busqué sus labios. Comencé a recorrer todo su cuerpo, fui bajando poco a poco hasta llegar a ese preciado tesoro. Era sin duda alguna un superdotado, lo sujeté con mis manos desde la base y sobresalía casi una tercera parte. Cuando lo metí en mi boca casi me ahogo, estaba bien gorda. Pero comencé a mamárselo con gran cuidado. Lamí sus huevos y en poco tiempo estaba completamente erecta y lista. Así que sin preguntar, me coloqué a horcajadas sobre él y yo solito me la fui clavando.
- Ay papito, la tenes bien grande mmmm – le dije en cuanto la sentí completamente dentro de mi.
- Así me gustan los hombres, aguantadores – y al decir esto me tiro hacia él.
Ahí estaba yo besando al taxista mientras su vergota entraba y salía de mi culo al ritmo que le imponían mis caderas. Esa lengua se enroscaba en la mía y me hacía sentir en las nubes. El meneo de mis nalgas era semilento, quería gozarlo lo más posible pero él comenzó a impulsar su verga hacia arriba y comencé a corresponderle. El ritmo era delicioso y de nuevo ocurrió, me volvió a llenar el culo de leche.
- Bueno, no quisiera que esto terminara, pero mi mujer ya debe estar preocupada – le dije zafándome de su delicioso pene para vestirme de inmediato.
- Ni hablar, tenes razón, hay que volver – me dijo pero palmeándome las nalgas añadió – pero mañana repetimos ¿no?
Salimos del hotel y me llevó a casa. Todo el camino fuimos hablando de lo bueno que había sido nuestro encuentro. Y al llegar a mi casa me despedí de él con un tremendo beso en los labios y un par de lamidas a su pene. Quedamos de vernos al día siguiente.
En cuanto entré a la casa me di cuenta de la tremenda erección que me había provocado la despedida del taxista. Además fue hasta ese momento que caí en la cuenta de que mi culito aún traía la leche de ese macho. Así que traté de no hacer ruido y meterme al baño, pero mi mujer se levantó de inmediato.
- Mi amor, debes venir muy cansado… no deberías quedarte tan tarde en el trabajo – me dijo ella aproximándose a mi con la cadencia sus caderas que tanto me excitaba y vistiendo sólo una minúscula tanga.
- Lo sé, pero es necesario… sabes, vengo algo acalorado y quisiera darme un baño – le dije mientras ella me besaba.
- Yo también tengo calor – me dijo mientras me sacaba la ropa.
No lo podía creer hacía apenas unos minutos tenía en mi boca los labios del taxista y ahora tenía los de mi mujer. La excitación que traía me hizo reaccionar como lo hubiera hecho cualquiera. Le arranque el calzon a mi mujer y la acomodé contra la pared, busqué entre sus nalgas el agujerito que tantas veces me había dado y comencé a chuparlo justo como el taxista me lo había hecho.
- Ah mi amor… que rico… ahh – gemía ella mientras que mis dedos hurgaban en su vagina.
Me la llevé a la cama y colocándola en cuatro le separé las piernas al máximo y la penetré por la concha. Se la metí de un solo golpe y comencé a bombearla mientras que mis pulgares se clavaban en su culito. Ambos estábamos gozando a tope, pero yo quería hacerla gozar justo como me habían hecho gozar a mi, así que saqué mi verga de su coño y se la comencé a meter por el culo. Me la cogí como hacía tiempo que no lo hacía y le llené el culo de leche justo como el taxista había hecho conmigo.[/
ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO, :roll: 😉 😃
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27 comentarios - Mi historia con el taxista parte 1
:alaba::alaba::alaba:
ES UN RELATO, NO SEAS TAN DRAMATICO...
Sacate la gorra, es solo un cuentito.......
me gustaria me pase lo mismo 🤤
esta muy buena
🤤 😉
tenes el tel del taxista asi hacemos un trio jaja
besos
rafael