You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Cuentos Carnales I: "La visita" (con yapa)

Que tal poringueros?
Este es mi primer post y decidi dedicarles un breve y morboso cuento que escribi, que esta lejos de ser chabacano. Por el contrario, es un texto relativamente sutil pero con la suficiente carga erotica como para despertar los ratones que viven en nuestra mente. Esa es la idea, que un conjunto de palabras se puedan visualizar como imagenes que puedan resultarnos placenteras.



Agobiado por el intenso calor, yacía yo recostado en el sillón bajo la brisa del ventilador, viendo tele. Era una de esas sofocantes tardes de enero, en las cuales, aquellos que sufrimos caminar bajo los rayos del Sol optamos por quedarnos en casa hasta su puesta. Hacía zapping con el control remoto hasta que sonó el timbre de casa. Con fiaca, me incorporé para atender por el portero eléctrico. Había venido de visita un gran amigo; Benja. Abrí la puerta y lo vi: tenía el torso descubierto, dejando lucir su figura escultural. Llevaba la remera al hombro, había venido a pie desde lejos y parecía exhausto, a juzgar por su agitada respiración y el sudor acumulado en las líneas delimitantes de sus músculos que daban brillo a la piel pálida de su armonioso cuerpo. Le sonreí y el también lo hizo; fue mi única reacción inmediata. Estaba estupefacto, en mi rostro se dibujaba una sonrisa, pero el resto de mi cuerpo permanecía inmóvil, sumiso, ante lo que veían mis ojos. Me era inevitable contemplar su esbelta, atlética, complexión marcada por rectas y curvas que merecían ser recorridas.
- No me vas a dejar pasar? – preguntó con su dulce pero a la vez firme voz juvenil.
Contesté con un gesto de afirmación, entramos y nos desplomamos sobre el sillón. Nuevamente, me dispuse a hacer zapping, mientras él comenzaba a hablarme acerca de la relación con su novia. Entretanto, lo miraba de reojo; él se secaba el sudor de su abdomen con la remera y seguía narrando. Yo intentaba mostrar interés en lo que me contaba pero sólo podía concentrarme en sus angulosos y finos rasgos faciales, y en aquella tentadora manzana de Adán digna de ser mordida.
En un momento se detuvo, me miró fijamente con sus ojos castaños.
- Me estás prestando atención? – interrogó Benja –. Porque te veo medio colgado.
- Puede ser que haya colgado – respondí -, pero seguí contándome.
Continuó relatándome los problemas que tenía con su novia y al cabo de unos minutos me abrazó cariñosamente.
- Gracias por escucharme – dijo.
Por un segundo permanecí inmutable. Sentí algo de culpa, puesto que él agradecía mi atención cuando en realidad yo lo único que hacía era contemplarlo.
Impulsivamente, coloqué mi mano derecha en su abdomen y en ese momento me clavó la mirada por un instante. Creí que era una señal de rechazo frente a aquel impulso y amagué a retirar la mano de allí, pero él posó la suya sobre la mía y sonrió en forma picaresca. Le devolví la sonrisa y nos besamos. Al principio, suave, tierna, dulcemente, hasta convertirse en un beso intenso, apasionado. Por varios minutos nuestras lenguas danzaron juntas. Luego comencé a besar su cuello, bajando lentamente hasta llegar a su pecho. Me detuve en sus pezones y los recorrí con mi boca por un largo tiempo. Después seguí descendiendo con lentitud sin dejar un espacio de ese torso que no haya recorrido ni acariciado. Llegué hasta la hebilla del cinturón que le sujetaba la bermuda de jean. Noté debajo de él un gran y sobresaliente abultamiento. Lamiendo, volví a ascender despacio siguiendo la línea recta formada por el bello situado entre el ombligo y su pelvis, dejando atrás, el trayecto marcado por mi saliva. Retorné a su boca y volvimos a besarnos intensamente, mientras él se desajustaba la bermuda, exponiendo poco a poco sus genitales. Me tomó de la nuca, e indicándome el camino, fue llevándome hacia abajo de nuevo. Con una de sus manos sujetó su miembro que calculo, no medía menos de diecinueve centímetros en estado erección, y su mano libre la colocó en mi pera. Abrí mi boca e introdujo su dotación dentro de ella y me dediqué a succionarla y masturbarla. Durante ese juego de succión y chupeteo de la redondeada y ancha punta de su miembro; notaba el rostro de satisfacción de Benja y oía sus suspiros de placer que eran casi gemidos. Besé y toqué sus piernas y su cintura con entusiasmo, hasta que nos desvestimos por completo. Nos abrazamos y acariciamos, podía sentir el calor de su cuerpo en el mío. Se reclinó sobre el respaldo del sillón, me subí encima de él y en aquel instante nuestros cuerpos de fundieron en uno. El lugar donde estábamos se vio inundado de gemidos que no eran más que la prueba cabal del placer que ambos sentíamos.
Minuto a minuto, el ritmo con el que me penetraba se aceleraba e iba añadiendo distintos movimientos agradables de sus genitales. Sumergidos en ese mar de lujuria, desenfreno, sudor y gritos, cambiamos de posición, para quedar yo postrado y él por atrás. En tanto me tomaba con fuerza de la cintura, inyectaba su atributo en mi extremo, copulándome con una velocidad y fuerza que parecían ser más propias de un animal que de un ser humano.
Todavía conservo en mi mente con total nitidez, su imagen en aquel momento. Sus ojos cerrados, el ceño fruncido, la boca abierta, su yugular hinchada hasta el punto tal que semejaba querer estallar, las gotas de transpiración cayendo de su frente; todo lo recuerdo.
Ya había pasado un largo rato y Benja se resistía a eyacular. Yo estaba agotado, pero a la vez, deseaba que esa fogosidad fuera interminable. Me recosté de perfil y él detrás de mí imitando la postura y así continuamos teniendo sexo. Podía sentir su mano sujetándome fuerte, casi bruscamente, a la altura de las costillas. Mientras él entraba y salía de mi cuerpo besaba mi cuello y yo experimentaba la grata sensación de percibir su profunda respiración golpeando sobre mi piel. Seguimos así un tiempo hasta que Benja ya estuvo listo para terminar. Acercó su miembro a mi rostro, lo masturbó y volcó el elixir tan deseado sobre mí. Aquella esencia clara y cálida impactó, en parte, en mi paladar, también sobre mis labios y mejillas. Mi amigo me acarició la cara desparramando su fluido y nos besamos intercambiando todo lo que había depositado en mi boca. Al mismo tiempo, trabajó sobre mis partes para que yo también pudiera llegar al ansiado clímax.
Concluído el acto, nos fumamos un cigarrillo y marchamos al baño para darnos una ducha juntos.



• YAPA

[No se como hacer para que el video aparezca en este mismo post, todavia no entiendo mucho como es la cosa 😛, asi que les mando el link.]

http://www.youporngay.com/watch/286645/young-and-hard/

(Al video podriamos titularlo, en relacion al cuento, como: "Hablando de sillones...", jajaja)


No olviden comentar!!! ;)

2 comentarios - Cuentos Carnales I: "La visita" (con yapa)

AlanSouto
Muy bueno. Intenso y bien redactado. Te felicito, man.