A ciegas II

La primera parte: http://www.poringa.net/posts/gay/1020232/A-ciegas-I.html

Listo. Cerré la computadora y bajé inmediatamente. Ya llevaba dos horas en el chat viendo con quién pasaba esa noche de viernes. Hasta que apareció un tal “Nano”. No fue muy complicado levantarlo. Preguntas de rutina para conocer nuestros gustos en general y sexuales en particular. Se ve que él también hacía rato que estaba dando vueltas y no pasaba nada. No es fácil engancharse con alguien que no tiene lugar para encuentro. Nano no vive solo, según dijo. Yo sí, pero nunca traigo a mi departamento a cualquiera. Eso me da un margen de inseguridad, porque no sé a quién meto en mi casa. Pero este tipo me pareció piola, simple. No dio muchas vueltas y no me dio sensación de afeminado. No me gustan los hombres afeminados. Siempre salgo a buscar pasivos, algo menores que yo, lindos, pero que no sean femeninos. Yo soy activo, masculino, afectuoso. Me gusta mucho entrar en sintonía con mi pareja, pero me cuesta mucho si es muy maricón. No sé por qué, pero me cuesta.
Me peiné un poco, me puse la remera blanca y el pantalón con el que le dije que iría vestido y bajé. Ahí nomás me acordé que él me dijo que tardaría unos veinte minutos en llegar, así que subí y volví a entrar al chat, a dejar pasar el tiempo. Yo no sé si las casualidades existen, pero en ese momento apareció un vaguito, el único que alguna vez me dio vuelta la cabeza. No lo podía creer. Hacía meses que no lo cruzaba, estaba desaparecido. Se me ofreció inmediatamente. El sabe que yo tengo lugar para recibirlo y que si quiere podemos encontrarnos en cualquier momento, pero no podía dejar abandonado a Nano. Intenté convencerlo para más tarde, acusando que en ese momento tenía gente en casa. Obvio que se dio cuenta que estaba con otra historia. Le quise arrancar el número de celular, pero no me lo quiso dar. Así son algunos gays: muy celosos cuando no tienen la exclusividad.
Cuando miré la hora, había pasado casi media hora. Dejé todo así nomás y salí corriendo, no sea que Nano se vaya y me quede sin uno ni el otro. Ni bien me acerqué a la esquina convenida lo vi paradito contra la persiana del kiosco. Me gustó. Nano es de tez clara, de ojos verdes, un poco más bajo que yo, pero es igualmente alto. De lindo cuerpo, tiene presencia. El cabello rubio y corto me gustó, le queda bien. Tiene un semblante como melancólico, que no llega a ser triste.
Nos saludamos y el tono de su voz me encantó. Es muy dulce el tipo. Llevaba diez minutos esperando, casi al límite del abandono. Así que no di una sola vuelta por miedo a perderlo.
Retomamos el camino hacia el edificio donde vivo y lo noté tranquilo, de pocas palabras. Yo quería disculparme por el retraso, pero no tenía interés de decirle que si el otro me insistía un poco más, tal vez a él lo dejaba para otro día.
Por lo que se ve, es un lindo tipo. Ese pantalón le queda bien. En el ascensor me arrimé un poco -lo hago siempre- y puse una mano en su espalda. Ahí es donde noto la clase de persona con la que estoy. Noté su reacción, pero no lo solté. Lo invité a descender y vi que gusta ser acariciado por un hombre por sorpresa.
Entramos, se paró de frente al balcón mientras le preparé algo para tomar y no pude resistir más abrazar a Nano. Lo sorprendí por la espalda apretándome contra él e inició un balanceo suave, de derecha a izquierda. Eso me encanta. Le susurraba al oído despacito preguntándole si le gustaba estar así o si prefería más mimos. En un momento ya le había desabotonado la camisa y me dediqué a acariciar su piel suave.
- Hermosa piel -le dije bajito al oído, mientras lo mordisqueaba.
Yo estaba excitado y mi miembro queriendo salirse del pantalón. Lo tomé fuerte de la cintura y se lo apoyé firme para que vaya sintiendo lo que tenía para él. Nos movimos juntos un buen rato. Creí que acabaría ahí mismo, por lo que lo enfilé hacia la habitación y poder continuar allí con nuestro juego.
No sé bien qué pasó primero, pero nos besamos mucho, nos acariciamos mucho y no nos soltamos hasta que sentimos que era el momento. Pasó su lengua por mis tetillas y lo dejé hacer, invitándolo a descender de a poco. Lo hizo sin negarse. El pantalón voló rápidamente y quedé frente a él en ropa interior.
La estrechez de mi boxer no permitía una erección completa, pero Nano se encargó de quitar mi pene delicadamente de allí y llevarlo a su boca sin mediar un suspiro. Creo que se sorprendió un poco con el tamaño de mi pene. O al menos, todos me hacen algún comentario siempre que lo ven erecto. Debe ser grande, porque yo no vi otro más grande que el mío. Sí he visto de igual tamaño, pero más grande no.
Es hermoso ver cómo se lo come. Tiene experiencia Nano. Lo hace con mucha dulzura. Le gusta. Y a mí me calienta como una brasa. Su lengua es experta justo en esa parte donde la cabeza del pene es más sensible.
- Me estás matando, bebé -le dije, y le di un beso para premiarlo.
Inmediatamente volví a poner mi miembro más grande y rojo que nunca entre sus labios y lo tomé a Nano con mis dos manos como para que no se escapara. Esta vez fui yo quien dirigía los movimientos. Y era evidente que él quería disfrutar mi semen en su boca.
Se lo pregunté, me miró a los ojos y no dejó de acariciar con su lengua mi miembro a punto de estallar. Entendí que deseaba lo mismo que yo. Y eso aceleraba aún más la velocidad de todo lo que volcaría dentro suyo.
Es hermoso dejar que todo el semen recorra el pene y termine estallando en su boca. Es algo así como que brota de todo el cuerpo y va a terminar allí, entre sus labios de placer. No sólo una, sino varias fueron las embestidas. Me cuidé de no llevar el pene muy adentro para no ahogarlo y darle tiempo a que él hiciera lo que más le gustara.
Y lo que más le gustó fue tragar toda mi virilidad y no dejar nada fuera.
No me soltó hasta que yo mismo no saqué mi miembro de sus labios, en un espasmo de placer y ternura.
Me quiero quedar con Nano toda la noche. Lo quiero para mí. Pero necesito recuperarme y descansar un poco. Le voy a hacer el amor y voy a penetrarlo de tal manera que no se va a olvidar de mí nunca más. Se lo merece.